Pueden partirse a la mitad y rellenarse si se desea o pueden dejarse enteros para acompañar un aperitivo o una merienda. Son deliciosos!
Ingredientes:
180 gr. de leche desnatada.
70 gr. de mantequilla.
110 gr. de harina y pizca de sal.
3 huevos.
80 gr. de queso manchego semicurado.
nuez moscada y pimienta.
Ponemos la leche en una cazuela y la calentamos hasta que rompa a hervir. Retiramos del fuego y añadimos la mantequilla a la leche. Esperamos que temple un poco y añadimos la harina. Mezclamos todo muy bien ayudándonos de una espátula o cuchara de madera. Cuando tengamos la masa bien compacta, volvemos a poner la cazuela al fuego para que nuestra masa vuelva a adquirir temperatura dándole vueltas con la cuchara de madera sin parar.
Volvemos a retirar la cazuela del fuego y vamos añadiendo uno a uno y sin batir los tres huevos. No añadiremos el siguiente hasta que veamos que está totalmente integrado en la masa el anterior. La masa debe quedarnos lisa y homogénea.
Este es el momento de añadir la sal, la pimienta y la nuez moscada. Mezclamos todo de nuevo.
Ahora añadimos el queso semicurado y recién rallado a la cazuela, reservando una pequeña parte para decorar los bollitos y volvemos a remover.
Cogemos una manga pastelera e introducimos dentro nuestra masa y vamos haciendo montoncitos, del mismo tamaño, sobre una bandeja de horno cubierta con una hoja de papel encerado.
Ponemos algunas hebras del queso que nos ha quedado, sobre cada uno de los bollitos y los metemos en el horno, previamente precalentado a 180 º C, durante unos 18 o 20 minutos. A partir del minuto 15 hay que vigilarlos pues el tiempo depende del tamaño de los bollos y cada horno funciona un poco distinto. Deben sacarse cuando estén bien dorados.
Se comen fríos así que, después de sacarlos, debemos dejar que se enfríen totalmente.
Así ya son un bocado exquisito pero si los abres, y dependiendo de que los rellenes, pueden ser un aperitivo realmente sofisticado.