El hombre se siente orgulloso de grabar su nombre en algún sitio, aun cuando éste sea la corteza de un árbol.
Alexandre Dumas
Casi todos mis vecinos, en el porche, tienen un limonero, con él alegran su fachada, la entrada de sus casas huelen ya a azahar aunque aún todos los árboles están cargaitos de limones dando color a la calle. En ellos se arremolinan los bulliciosos gorriones llenando con su gran repertorio de sonidos el silencio de la calle, roto de vez en cuando por el ulular de las tórtolas o el rumor del viento acariciando las hojas de los verdes árboles.
De uno de ésos limoneros, del Valle del Guadalhorce malagueño, lugar donde vivo, llegan limones dulces a Mi Cocina; ésos limones ya cascarúos señal inequívoca de la Semana Santa malagueña, costumbre de comerlos crudos, con sal o bicarbonato. (Aqui lo cuento y lo explico)
El limonero fue introducido por los árabes en el área mediterránea entre los años 1.000 a 1.200, siendo descrito en la literatura árabe a finales del siglo XII los cuales han sufrido numerosas modificaciones debidas a la selección natural y a hibridaciones naturales hasta llegar al limón dulce.
Hay referencias de esta variedad de limón en la localidad de Pizarra, ubicada en la comarca del Guadalhorce desde el año 1751.
El limón es un cultivo característico y muy importante en la provincia de Málaga, pero a diferencia del limón común de sabor fuerte y ácido, el limón dulce no se utiliza en zumos y condimentos sino como postre. El árbol es de aspecto menos redondeado que los demás cítricos, presenta numerosas espinas, éstas son cortas y fuertes, las hojas son algo más grandes que la de los naranjos y desprenden un característico olor a limón.
De aspecto igual al limón estándar (verna, fino,…), llamado también limón cascaruo, ya que la cáscara que lo rodea es más gruesa que la de otras especies, pertenece a la variedad Real, variedad muy antigua y actualmente en regresión.
El limón dulce sólo se localiza, en Andalucía, en las huertas que son regadas por el río Guadalhorce, en la comarca malagueña que toma su nombre y su producción prácticamente está limitada hoy por hoy a pocas huertas familiares en cantidades tan pequeñas que casi no se comercializan fuera de la comarca.
El limón, estandarte del sector agroalimentario malagueño no falta nunca en Mi cocina, en mis platos, en mis recetas, en las salsas, ensaladas e incluso en pasteles, como ha ocurrido en ésta ocasión. Con él hice un delicioso y sorprendente postre llamado Carlota.
Y nuevamente me pregunto ¿De donde le viene el nombre? Indagando por éstos caminos virtuales, llenos de sabiduría, he llegado a saber que:
La Charlotte original apareció a finales del siglo XVIII como homenaje a la esposa del rey Jorge III de Inglaterra, Carlota Sofía de Mecklemburgo-Strelitz, con la que contrajo matrimonio el 8 de septiembre de 1761. La reina consorte fue una mujer muy amada y admirada, ya que le dio 15 hijos a la corona y fue un gran apoyo para el rey cuando a este le fue diagnosticada una enfermedad mental. La torta en cuestión estaba hecha con una espesa mermelada de frutas aromatizada con limón y canela. Se vertía en un molde redondo tapizado con rebanadas de pan de molde untadas con manteca. El conjunto se cocía en el horno, se desmoldaba y se servía tibio, con una crema inglesa fría. El ejemplo clásico es la charlotte de manzanas.
A principios del siglo XIX, el prestigioso chef Marie-Antoine Carême (1783-1833), quien trabajó en Inglaterra para el hijo de la reina, el futuro Jorge IV, creó otra versión de la Charlotte que se sirve helada. Consiste en un postre sin cocción, compuesto de una preparación de bavarois a la vainilla (o de una mousse al chocolate o al café), de una pasta bomba o crema chantillí vertida en un molde de charlotte tapizado de bizcochos casi siempre empapados en licor o en café. La historia dice que presentó este postre al zar Alejandro I en 1815 y debido a su gran aceptación en la mesa del zar, a partir de entonces este postre pasó a llamarse "Charlotte a la rusa", o simplemente "Charlotte rusa".
Dudo que aquel Charlotte a la rusa tengo mucho parecido con el pastel que hoy he preparado, por lo que más bien habré hecho una Charlotte a la malagueña, que mejor denomino: Carlota de limón con leche condensada.
¿Cómo lo hice?
Ingredientes:
Un bote de leche condensada, un bote de leche evaporada, 5 limones, un rulo de galleta tipo Maria, un vaso pequeño de azúcar, la misma cantidad de agua.
Los pasos a seguir:
Lavar bien y cortar uno de los limones por la mitad. Una parte rallarla y reservar las ralladuras, el otro trozo cortarlo en rodajas lo más fina posible.
Exprimir los limones y colar el zumo.
En un cuenco echar la leche condensada, la evaporada, el zumo de los limones y la ralladura de la piel del medio limón y mezclar bien con una batidora (Comprobarán que se va espesando, pero continuar batiendo unos dos o tres minutos a fin de que estén bien unidos todos los ingredientes).
Colocar en el molde papel de hornear (esto ayudará a desmoldarlo con suma facilidad).
Colocar alrededor del molde galletas y en el fondo una primera capa de galletas Maria, cubrir con una capa de crema, sobre ella otra capa de galletas y por último terminar con una capa de la crema de limón.
Mientras en una cacerolita echar el azúcar junto con el agua remover y llevar a ebullición.
Agregar las rodajas de limón, dejándolo cocer durante unos quince minutos aproximadamente, hasta que reduzca el líquido y quede dorado, procurando que no se endurezca ni se queme. (Si es preciso ir añadiendo más agua poco a poco).
Apartar del fuego y con unas pinzas ir sacando los trozos de limón y colocarlos sobre la crema de limón.
Por último con una cuchara esparcir el caramelo sobre toda la superficie.
Meter en el frigorífico durante unas ocho horas más o menos (yo lo dejé de un día para otro).
Un postre muy fácil de preparar, riquísimo y lleno de energía, como si de un rayo de Sol malagueño entrará por la ventana, un postre que sin lugar a dudas alegrará sus cocinas.
¡¡ les encantará !!