Había una vez un precioso huerto sobre el que se levantaba un frondoso árbol. Ambos daban a aquel lugar un aspecto precioso y eran el orgullo de su dueño. Lo que no sabía nadie era que las verduras del huerto y el árbol se llevaban fatal. Las verduras no soportaban que la sombra del árbol les dejara la luz justa para crecer, y el árbol estaba harto de que las verduras se bebieran casi todo el agua antes de llegar a él, dejándole la justa para vivir.
La situación llegó a tal extremo, que las verduras se hartaron y decidieron absorber toda el agua para secar el árbol, a lo que el árbol respondió dejando de dar sombra para que el sol directo de todo el día resecara las verduras. En muy poco tiempo, las verduras estaban esmirriadas, y el árbol comenzaba a tener las ramas secas.
Ninguno de ellos contaba con que el granjero, viendo que toda la huerta se había echado a perder, decidiera dejar de regarla. Y entonces tanto las verduras como el árbol supieron lo que era la sed de verdad y estar destinados a secarse.
Aquello no parecía tener solución, pero una de las verduras, un pequeño calabacín, comprendió la situación y decidió cambiarla. Y a pesar del poco agua y el calor, hizo todo lo que pudo para crecer, crecer y crecer... Y consiguió hacerse tan grande, que el granjero volvió a regar el huerto, pensando en presentar aquel hermoso calabacín a algún concurso.
De esta forma las verduras y el árbol se dieron cuenta de que era mejor ayudarse que enfrentarse, y de que debían aprender a vivir con lo que les tocaba, haciéndolo lo mejor posible, esperando que el premio viniese después.
Así que juntos decidieron colaborar con la sombra y el agua justos para dar las mejores verduras, y su premio vino después, pues el granjero dedicó a aquel huerto y aquel árbol los mejores cuidados, regándolos y abonándolos mejor que ningún otro en la región.
Autor.. Pedro Pablo Sacristán
Y porque empiezo con este cuento infantil?? pues muy sencillo, estoy aquí frente al ordenador esperando la inspiración divina para hacer este post de Carpaccio de calabacín y no me viene, ni ayer ni ahora. De repente me he acordado de un cuento infantil que por casualidad encontré en una página y que le conté a mi hijo Javier y el calabacín me vino que ni pintao jajajajaja.
Os dejo también la página por si queréis echarle un vistazo, son cuentos educativos y que a mí me encantan. Cuentos infantiles para educar a niños alegres y con valores.
Y ahora que tal si os explico esta sencilla receta antes de que me venga a la mente un chiste malo sobre calabacines y rompa el momento de reflexión del cuento jajajaja.
Para mí esta sencilla receta es deliciosa y que en casa la comemos mucho, ahora que llega el calor bien fresquito apetece aún más.
Ingredientes:
Calabacín.
Queso parmesano.
Limón.
Sal y aceite.
Preparación:
Cogemos el calabacín y lo lavamos muy bien, si queréis podéis dejarle la piel pero yo prefiero hacerla con ella y así no pierdo vitaminas.
Lo cortaremos con una mandolina o a mano lo más fino posible y lo iremos poniendo en un bol. Exprimiremos un limón en el y lo dejaremos unos 10 minutos así.
Serviremos bien frío, como parte de un aperitivo a mí me encanta.
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