La angula en el Norte de España es uno de los productos más tipicos, más valorados, más sabrosos y más caros del mercado, al igual que ocurrió con el chanquete en nuestras costas, poco a poco podría pasar a ser un pez "de vitrina", intocable, un recuerdo, una añoranza para los paladares y la gastronomía local y nacional.
Quizás en menos tiempo del que los pescadores y consumidores desearían, no hay que olvidar que la angula es un alevín, un inmaduro de una especie en peligro de extinción. Tarde o temprano le ocurrirá como a los chanquetes malagueños será declarada especie protegida.
La angula es el alevín o cría de la anguila, quien realiza largas migraciones para reproducirse, desde los ríos europeos (en España), hasta los lugares para el desove. Algunos ejemplares realizan un recorrido de más de 5.000 km a lo largo de 2 ó 3 años para llegar hasta allí desde Europa.
Leyendo sobre éste riquísimo animal, he podido aprender que en el recorrido no necesitan alimentarse y lo que más me ha llamado la atención: que puede serpentear por tierra firme durante varios kilómetros respirando a través de la piel.
En las primeras etapas de su nacimiento todas son hembras, y con el tiempo algunas cambian de sexo. Son incoloras (transparentes) y poseen un tamaño de 5 a 6 cm.
El mayor productor de angulas es Japón pero en este país se utilizan para su cría hasta convertirlas en anguilas.
Hace unos décadas, “inventaron” un sucedáneo que con el tiempo y los avances de la industria alimentaria, han llegado a imitar los colores grisáceos y los ojos de la angula original, es un producto sobradamente conocido elaborado con surimi a base de Abadejo (pez de Alaska) y lo conocemos como “Gula”.
Es un producto, la gula, que al igual que los palitos de cangrejo, el surimi, nunca falta en “Mi cocina”, en mi congelador, sí tengo que hacer una observación: en dichos productos confío siempre en la misma marca, los palitos: Krissia y La Gula del Norte (siempre natural para poder condimentarla a mi gusto).
En ésta ocasión he preparado unos hermosos champiñones a la plancha y las he rellenado con angulas sucedáneas a la bilbaína.
¿Cómo lo hice?
Limpiar bien los champiñones y dejarlos hueco (que estén secos)
En una sartén poner un chorreón de aceite de oliva a calentar, poner los champiñones por la parte hueca durante unos minutos, hasta que se doren y darles la vuelta, dejar hacer dos o tres minutos hasta comprobar que estén dorados. Salar al gusto.
Mientras en una sartén con un chorreón de aceite de oliva virgen extra, dorar uno o dos dientes de ajo cortados en láminas.
Una vez dorados (cuidado de que no se quemen, amargarían) echar las angulas sucedáneas y dos o tres guindillas pequeñas (pimientos chiles, secos) o si pueden frescos dos o tres rodajas, dependiendo del gusto del comensal (más o menos picantes).
Remover con un tenedor de palo unos minutos, salándolo al gusto.
Emplatar los champiñones y rellenar con las angulas sucedáneas, espolvorear con perejil picado.
¡¡ Buen provecho !!