Busca los productos de temporada y disfruta de su frescura.
Tras las delicattesen que nos trae la primavera y la explosión hortofrutícola del verano, el otoño puede parecer una estación descafeinada, en la que llega la lluvia y desaparecen los buenos tomates. Sin embargo, esta época supone el retorno de un montón de productos fantásticos, ideales para platos que apetecen cuando empieza a hacer fresquillo. ¿Te quieres perder los maravillosos productos de temporada y seguir esclavizado al caro, insípido e insostenible de-todo-todo-el-año que te venden los supermercados? Lee y aprende
Uvas
Sí, las pepitillas son un fastidio. Y sí, la piel a veces es tan dura que te podrías hacer una chupa con ella. Pero pocas frutas son tan dulces, frescas y fáciles de comer como las uvas. Esta es la mejor época para consumirlas por arrobas, a no ser que prefieras los ejemplares traídos del exterior con el consiguiente gasto e impacto ecológico añadido. Además de en las clásicas migas, las uvas van muy bien con las aves: Esas codornices con uvas y jengibre y ese curry de pollo con piña y uvas te convencerán de ello. Si te animas a sacrificarte cristianamente por los demás, pelarlas y despepitarlas, podrás obtener postres tan fastuosos como estos higos al horno con uvas y crema fresca.
Calabaza
Sin duda, la verdura presidenta del otoño. Su fantástica textura y suave dulzor la convierte en un fruto muy versátil, capaz de actuar como protagonista o secundario en sopas, arroces, pastas, potajes o guisos. Salvo que te guste el corcho, cruda no hay dios que se la coma, pero tampoco pasa nada porque la puedes asar, freír, rehogar o pasar por la plancha. ¿A quién no le apetece cuando empieza el frío un delicioso potaje de calabazas.
Espinacas y acelgas
Las dos verduras de hoja clásicas de la cocina caliente española viven su esplendor en otoño e invierno. La espinaca fresca, comprada en manojo, es un lujo asequible que no deberías morirte sin probar. Y en cuanto a las acelgas, su fama de insípidas y pobretonas me parece del todo injustificada: cocidas en su punto y bien aliñadas, son un verdadero manjar. Entre las recetas para estas dos verduras, podemos encontrar las lentejas con espinacas, las espinacas salteadas con migas de mostaza, o la ensalada de espinacas con garbanzos crujientes y yogur.
Col
A los no muchos admiradores de la col, les gusta comerla muy poco hecha, que cuela mejor. Pero esto son manías que no os deberían influir a la hora de consumir este clásico de las épocas frías. Eso sí, hay un tipo de col que entusiasma: la lombarda. Probadla con calabaza, miel y canela, o en ensalada con granada y frutos secos.
Castañas
Antes de la invasión de Halloween, las castañas eran las reinas de las fiestas de finales de octubre y principios de noviembre en muchas zonas del norte de España. Asadas o cocidas son una delicia, aunque su sabor delicado obliga a tratarlas con cierta consideración cuando se mezclan con otros alimentos. Para los que os queráis salir del cucurucho de papel de periódico que compras a los castañeros en la calle, recomiendo una sopa de castañas con jamón, seguida de una tarta concienciada de chocolate y castaña o una crema dulce de castañas y piñones.
Caquis
O "Palosantos", que es un nombre que nos gusta bastante más. Esta fruta siempre nos ha parecido un poco extraña, supongo que por ser completamente ajena a mi cultura y por su extraño efecto astringente en la boca. Hay que comerla siempre que esté madura -si no, es directamente incomestible. ¿Qué hacer con un caqui? Aparte de comértelo tal cual, una vez le oí a Ferran Adrià que proponía tomarlo como el tomate, con sal y aceite de oliva, y tras probarlo confirmo que está buenísimo. Otra posibilidad más arriesgada es servirlo en ensalada con escarola y bacon.
Mandarinas
Con el otoño ya avanzado, empiezan a aparecer en el mercado las mandarinas, dulces y jugosas a un precio asequible. Además de atiborrar a los niños con ellas, sana práctica que no se debería perder, se pueden utilizar en repostería en un pastel de mandarinas y almendras, o en un falso tiramisú de mandarina, como tambien en cocina salada, donde van geniales.
Granadas
Siempre pensé que sacar los granitos del pellejo interior de la granada era un tostón, hasta que vi a alguien utilizando un método simple para lograrlo sin esfuerzo: partirla por la mitad y después darle golpes por el lado de la piel con una cuchara de madera. Usando este cómodo método se pueden alegrar en segundos todo tipo de postres, pero también ensaladas.
Membrillo
Para maravilla de más de un urbanita, el membrillo no es esa pasta dulce anaranjada que venden en los supermercados, sino la fruta con la que se elabora. No se puede comer crudo porque la pulpa es más dura que el cemento armado, así que no queda otro remedio que asarlo o cocerlo. Su aroma acompaña carnes a la perfección, en unas costillas con membrillo o con un plato de cerdo a la sal con puré de membrillo.
Peras y manzanas
Ambas frutas andan casi todo el año rondando las tiendas, pero muchas de sus mejores variedades son típicas del otoño. La variedad de postres que se pueden realizar con ellas es casi infinita: pastel de manzana y crema fresca, tarta de almendra y pera, bizcocho de manzana y pasa. Pero como todos sabéis, sus aplicaciones en cocina también son múltiples.
¡A por los productos de temporada!
Fuente: http://elcomidista.elpais.com/