Ingredientes (4 personas):
2 kg de mejillones
65 gr de mantequilla
65 gr de harina
1 cebolla
Nata (crema de leche) líquida
Agua o Caldo de pescado
Aceite
Pimentón de la Vera
Elaboración:
Lo primero que vamos a hacer es lavar y limpiar bien los mejillones. Debemos asegurarnos de que no les quede ninguna barba ya que nos podría estropear la crema.
Cuando los tenemos limpios los introducimos en una cacerola grande con un vaso de agua y un chorro de vino blanco. Los dejamos unos minutos hasta que se abran. Colamos el caldo de la cocción y lo reservamos.
Retiramos la carne de los mejillones de las cáscaras y también las reservamos.
En un cazo ponemos a pochar la cebolla con la mantequilla y cuando empiece a coger color le añadimos la harina. Removemos sin parar hasta que ésta nos tueste ligeramente (pero que no se queme) para que así pierda el sabor a harina cruda.
Ahora añadiremos el líquido de cocción de los mejillones junto con algo más de agua o caldo de pescado que previamente habremos calentado. Removemos sin parar hasta que nos ligue la mezcla como si se tratase de una bechamel clara (unos diez minutos). Ahora es el momento en el que echaremos los mejillones (dejar alguno para decorar). Removemos de nuevo unos minutos y lo llevamos a la batidora o robot de cocina. Trituramos a máxima velocidad y seguidamente pasamos por un colador o chino para conseguir una crema muy fina.
Volvemos a llevar al fuego y salpimentamos. Debemos tener en cuenta que el líquido de cocción de los mejillones ya es bastante salado. Podemos añadir un chorrito de nata (crema de leche) líquida para espesar y suavizar el gusto de la crema.
Para montar el plato vertemos la crema en el plato o recipiente elegido y decoramos con unas gotas de aceite emulsionado con pimentón de la vera y una pequeña brocheta en la que habremos insertado los mejillones que habíamos reservado.