Contrariamente a lo que se cree una crema no tiene que llevar forzosamente un lácteo entre sus ingredientes. Se dice que una sopa es una crema por su textura final, menos líquida que la sopa. Decimos esto porque ya tenemos en el blog una sopa fría de tomate y la receta de hoy, al ser algo más espesa, hemos creído oportuno bautizarla (aunque no con agua) con el nombre de crema. La elección del tomate como ingrediente principal sólo tiene una explicación: nos chiflan los tomates maduros, justo en aquel punto de madurez que hace que comerlos crudos, partidos por la mitad, y con una pizca de sal y un chorrito de aceite se convierta en un manjar de dioses.
Esta crema de tomate puede tomarse caliente o fría, pero desaprovechar la oportunidad de degustarla en plena canícula como crema fría es un error imperdonable. Ya nos contaréis.
RECETA
.
INGREDIENTES
1 kilo de tomates bien maduros
Un puerro
Una cebolla morada pequeña
Dos dientes de ajo
Caldo de verduras o de pollo
Pimiento negra molida
Aceite de oliva
Una cucharadita de pimiento choricero
Sal
Nuez moscada
PREPARACIÓN
Escaldar los tomates unos segundos y meterlos en agua fría. Pelarlos.
En una cazuela sofreir el puerro, la cebolla y los ajos picados. Dejar a fuego suave durante diez minutos.
Echar los tomates pelados y cortados en dados. Dejar sofreir unos minutos. Añadir el pimiento choricero, dos tazas de caldo de verduras o de pollo (a elegir), la sal y la pimienta al gusto.
Dejar hervir unos 20 minutos, triturar y pasar por el chino para eliminar las semillas.
Esta crema puede tomarse fría o caliente.