Ingredientes para dos personas:
(Como los muslos son muy grandes, si sobra carne puedes guardarla en el frigorífico y por la noche realizar unos sandwiches deliciosos con ella)
Aceite de oliva “virgen extra”, 6-8 cucharadas
Caldo de pollo, un vaso, si no dispones de caldo de pollo sustituye por un vaso de agua y una pastilla de caldo.
Cebollas, 3
Cerveza rubia, una lata de 33cl
Harina de trigo, la que se necesite para el rebozado
Muslos de pavo, 2 unidades
Sal fina, al gusto
Especias:
Cominos en grano, 1 cucharadita
Guindilla, 1
Pimienta negra recién molida, al gusto
Guarnición:
Unas verduras escaldadas, opcional
Utensilios:
Cuchara de palo
Cuchillo afilado
Cacerola amplia con tapa
Tabla para cortar
Elaboración:
Pela y pica las cebollas en julianas. Reserva.
Condimenta los muslos de pavo con pimienta negra recién molida al gusto.
Reboza cada muslo de pavo en harina de trigo y reserva.
Vierte el aceite de oliva en la cacerola y caliéntalo a fuego fuerte pero sin que llegue a humear.
Introduce los muslos de pavo en la cacerola y fríelos hasta que estén dorados por todas partes, acabado el proceso, retíralos de la cacerola y resérvalos en un plato aparte.
Seguidamente introduce las cebollas picadas en el aceite sobrante y cocínalas a fuego suave, junto a una poquita de sal fina con la cacerola tapada.
Cuando las cebollas estén blanditas, añade la cucharadita de cominos en grano y la guindilla troceada. Sube el fuego y remueve unos instantes para permitir que los granos suelten todo su aroma.
Vuelve a colocar los muslos de pavo dentro de la cacerola, riega con la lata de cerveza, puede ser de la marca que más te guste y deja unos minutos la cacerola destapada para permitir que el alcohol se evapore.
A continuación, añade el caldo de pollo, remueve con tu cuchara de palo, tapa la cacerola, baja el fuego a una temperatura media y deja que los muslos se cocinen durante 45 minutos.
Transcurrido el tiempo tus muslos de pavo estarán listos para consumir.
Yo los acompañé de unas verduras previamente escaldadas en agua con sal.
Tiernos, jugosos, sabrosos, estimulantes…..
Cuando a mi hijo Gabriel le diagnosticaron a la edad de tres años un “trastorno en el espectro autista” el mundo se me vino abajo, pensé que nunca se desarrollaría como un niño normal, creí que jamás acabaría sus estudios, que no podría desarrollar una profesión, que nunca tendría amigos, que jamás formaría su propia familia o sería independiente, que nada de lo que había soñado para él se materializaría…. fue una pesadilla.
Siete años después de esa sentencia, mi hijo es un niño sano y feliz, totalmente integrado en su colegio (un colegio público), está comenzando a tener vida social, es un gran lector, un alumno responsable, con una mente brillante y un gran talento para hacer cualquier cosa que se proponga. Quiere estudiar ingeniería informática y ahora sé que lo va a conseguir.
Después de esta experiencia ya no creo en los clichés, creo en las personas y creo en Gabriel. Los límites se los pone él y de momento lo único que aún no ha conseguido por sí mismo es VOLAR.