Estas son las patatas con bacalao que ha hecho mi madre toda la vida.
Siempre me han encantado, pero, hasta ahora, nunca las había preparado yo: las comía en su casa.
Hasta que este año, con los primeros fríos, decidí hacerlas. A lo mejor no me quedaban exactamente igual, pero sabía que, con este plato, triunfaría: en casa se prefiere el "cuchareo" tradicional antes que cualquier receta exótica o más sofisticada.
Por esa razón, suele haber protestas del tipo de "Es que los fines de semana siempre haces recetas raras" (y, en parte, es cierto, porque es cuando tengo más tiempo para experimentar, jajaja).
Pero, mira por dónde, en esta ocasión, el fin de semana iba a ser la oportunidad perfecta para cocinar estas patatas. Es conveniente hacerlas y comerlas sin demasiado tiempo de espera; es decir, no se trata del típico guiso que mejora de un día para otro, porque, si se preparan con demasiada antelación, se corre el riesgo de que las patatas queden "zapateras". Por eso, me viene mejor hacerlas en fin de semana: entre semana, no tengo tiempo: ¡se nos juntaría la comida con la merienda!.
(Aclaración para quienes no lo sepan: las patatas zapateras no son las que se dedican a la reparación o fabricación del calzado, ni tienen nada que ver con un ex presidente del gobierno español, sino las que cambian de textura y se quedan un pelín correosas por llevar hechas demasiado tiempo. No lo digo yo, lo dice la RAE , jejeje...).
Es una receta muy útil, además, porque sirve como "aprovechamiento". Me explico: como más ricas están es cuando utilizamos lo que nos ha sobrado de un bacalao ya cocinado. Pueden hacerse también con bacalao desalado y un poco de salsa de tomate... pero no estarán igual, os lo aseguro.
Bueno, que ya llevo camino de enrollarme, como de costumbre, y, después de leer ayer la entrada del blog de Nuria ("El Cuaderno de Recetas"), no me gustaría ser calificada como "Blog Coñazo Mayor del Milenio", jajajaja... por lo tanto, vamos con las patatitas.
INGREDIENTES:
(Para 4 personas)
1 kg de patatas.
1-2 dientes de ajo
Una cebolla mediana
Un puñado de arroz (unos 50 gramos, aproximadamente).
Aceite de oliva virgen extra
Una cucharadita de café de pimentón dulce o agridulce.
Un vasito de vino blanco.
Caldo de pescado o verduras: el suficiente para cubrir las patatas.
Bacalao: Yo utilizo el equivalente a unos 100 o 200 gramos de bacalao que nos haya sobrado de otra preparación: lo he hecho con bacalao ajoarriero (todavía no he subido la receta) y con bacalao a la vizcaína (también nos serviría un bacalao con tomate), troceando previamente el bacalao, si es necesario. Además, cuando hay poca cantidad sobrante (en torno a 100 gramos), lo complemento con unos 100 gramos de bacalao desalado en tiras, y una o dos cucharadas de salsa de tomate casera.
En caso de no tener sobras de otro plato de bacalao, lo haríamos con unos 150-200 gramos de bacalao desalado en tiras o migas, y 2-3 cucharadas de salsa de tomate... pero os advierto de que no queda igual de rico, están algo más sosas.
No suele hacer falta sal, pero probaremos el punto antes de servirlas.
PREPARACIÓN
Pelamos las patatas, y las cortamos en rodajas no demasiado finas, procurando que queden de tamaño uniforme.
Picamos en juliana finita el ajo y la cebolla. En una cazuela baja, echamos un chorreón de aceite de oliva, y los rehogamos a fuego medio.
Cuando vaya quedando transparente y más blandita la cebolla, añadimos las patatas, y el pimentón, y rehogamos unos minutos.
Después, añadimos el bacalao (y la salsa de tomate, en su caso), y dejamos que todo se cocine junto durante unos minutos.
Ahora agregamos el vino y el caldo (que cubra las patatas), y dejamos cocer durante 1 hora o 1 hora y cuarto, hasta que las patatas estén hechas, moviendo de vez en cuando para que se cocinen por igual.
Cuando falten unos 20 minutos, agregamos el arroz (antes, no, porque se pasaría de cocción)
¡Y a comer!.
Espero que os gusten. Ahora, en invierno, resulta un plato de lo más apetecible.