Odio el frío. Lo odio.
Pero lo que más odio, es el frío ahora. Sí, ahora.
Vamos a ver, yo puedo entender todo eso del clima mediterráneo contintental que nos enseñaban en el cole y toda la gaita de que es un clima más bien seco, de inviernos fríos, veranos cortos y todo lo que me queráis contar.
Y lo acepto. Ojo. A disgusto, refunfuñando, sí. Pero lo acepto.
Lo que no acepto es esto. El invierno, se ha acabado. A-CA-BA-DO. Finito. Caput. The end. Y lo de las cuatro estaciones se lo contáis a Vivaldi porque en Madrid hay dos: Invierno/Infierno [lo que yo llamo veranito rico].
Y si el invierno ha terminado… pues debería ser verano, ¿a que sí?
Pues no.
El inverno termina, tú sueltas las botas, lavas y doblas los abrigos y los subes encima del armario como parte de los rituales que hacen llegar el verano, sales dos veces sin abrigo y hasta una de ellas en tirantes, te pintas las uñas de los pies, empiezas a poner aceitunas de aperitivo donde antes había pan con lomo…
Y de pronto, tus ilusiones se desploman, tu buen rollito y tu sintonía con el universo se van a la mierda y te sale un día de frío y lluvias que te hunde en las profundidades de la miseria.
En tu espíritu hay cañas heladas, en tu nevera lechuga, y tienes las uñas de los pies pintadas. Pero hace frío. Uno de esos fríos que te pilla en bragas porque los abrigos gordos están guardados y no los sacarás de ahí hasta el año que viene así bajen los termómetros a -10ºC, por principios.
Como mucho te pondrás una camiseta gorda y antierótica comprada en tienda de señoras de edad, porque digan lo que digan, abrigan. Y la llevarás debajo del vestidito de viscosa con medias de verano, of course.
Y esa chaquetita de entretiempo [eso que en Madrid… no hay] con la rebequita de punto debajo, el jerseicito finito debajo, y la camisetita de manga larga debajo. Porque es verano, y tú estás ya para terracitas con cañas y patatas alioli.
Has acabado con la operación a la mierda el bikini comprándote uno nuevo de tu talla, comprobado qué vestidos de verano ya no
Tienes entradas para algún festival punkarra veraniego [en mayo, es decir: verano] y planeado tu primer viaje con amigos.
Y el tiempo decide hundir tus buenos propósitos con una lluvia molesta y fría, y mucho, mucho frío del chungo. Frío con viento y lluvia, el nomasplus de la tontería invernal.
Y no. No voy a cambiar la cerveza fría por caldos calientes ni con la faringitis que me ha caído esta semana [de las feas]. No pienso renunciar. No claudico. Como mañana no haga bueno, hablo muy seriamente con el hombre del tiempo… y no le va a gustar.
Mientras esto ocurre, os dejo una receta de entretiempo, ni frío ni calor, pero anticipando el verano, para el Reto Tia Alia organizado por Decorecetas
Y una advertencia al señor ese que da al botón de llover:
INGREDIENTES
[2 PERSONAS]
Pechuga de pollo, 1 pieza [300 g] [Puede ser pollo en trozos]
Cebolleta, una [100 g] [Sirve media cebolla]
Zanahoria, media [50 g]
Aceitunas, 50 g
Perejil fresco picado, 2 cucharadas
Ajete tierno, 1 [Sirven dos dientes de ajo]
Nabo, medio [30 g]
Col, dos hojas [100 g]
Vinagre, 1 cucharada sopera
Orégano seco, 1 cucharadita
Caldo de pollo o de verduras, entre uno y dos vasos [esto dependerá del tamaño de tu sartén y la evaporación que tenga: a mayor diámetro, más caldo necesitas]
Aceite, una cucharada sopera
Sal
*Todas las cantidades son orientativas, esto es lo que me ha pesado aproximadamente a mí, pero puedes echar lo que quieras de cada cosa… siéntete libre!
MODUS OPERANDI
Lo primero que hacemos es trocear toscamente la pechuga en tacos, que tengan más o menos el mismo tamaño, y los salamos con cautela [al final del guiso vamos a usar caldo, tenlo en cuenta].
Y preparamos antes de empezar:
La cebolla en juliana
El perejil picado
La zanahoria en bastoncitos
Las aceitunas en rodajas
Elegimos una sartén que no sea excesivamente baja, para que quepa el caldo al final de la cocción. Si no tienes, es mejor usar una olla pequeña.
La ponemos al fuego con una cucharada de aceite, y salteamos alegremente el pollo hasta que se empiece a dorar por fuera, sin dejar de remover. Cuando comience a estar ligerísimamente dorado [5 minutos] añadimos la cebolla, la zanahoria, el perejil y las aceitunas.
Dejamos que se cueza todo junto unos 5 minutos más, y preparamos:
El ajete en juliana [si es ajo, en láminas]
El nabo en bastoncitos
La col en juliana, retirando la zona del tronco
Ya podemos incorporar el ajete, el nabo y la col a la sartén. Añadimos ahora el vinagre, el orégano, y lo cubrimos con el caldo, justo que cubra la verdura estará bien, no va a ser un guiso muy caldoso, pero necesitamos líquido para cocerlo todo. En función del ancho de tu sartén, necesitarás más o menos caldo. Y si no tienes caldo, tampoco pasaría nada porque uses agua, aunque perderá sabor.
Lo dejamos cocer a fuego bajito, unos 20 minutos serán suficientes, máximo 25. Probamos, rectificamos de sal si hace falta, y si nos apetece espolvoreamos un poco de pimienta negra justo antes de servirlo.