Ays, estamos al límite de la celebración de la cuaresma, pero no quería quedarme sin traeros esta receta tan rica y, sobre todo, tan típica de esta época.
Cuando la marca de productos congelados La Sirena se puso de nuevo en contacto con nosotros para que probáramos distintos productos de bacalao durante la cuaresma no lo dudamos ni un segundo, ¡nos encantó la idea! Y no tardaron nada en enviarnos todo esto. Si nos seguís por Instagram, ya visteis el adelanto :):
Como podéis ver, no hemos pasado hambre esta cuaresma jajaja. Además de las cuatro variedades de bacalao, recibimos tres salsas, un paté de aceitunas y harina para fritura. Todo muy rico (ya os enseñaremos más adelante alguna receta más), excepto la salsa de romesco, que ya la conocíamos y no nos gusta su sabor pero claro, es que mi padre hace una que está espectacular jeje. Y todo ello acompañado por un bonito colador (sí, ¡los coladores también pueden ser bonitos si son rojos! jaja).
Así que con todo esto delante nos preguntamos ¿y ahora qué preparamos? Se nos ocurrieron varias recetas pero de repente nos dimos cuenta de que nunca habíamos preparado la maaaaaas típica ¡el potaje de cuaresma! Sí, habéis leído bien, en casa nunca habíamos preparado un potaje... La principal razón es que al cocinillas el potaje no le acaba de convencer y a mi no me van mucho los platos de cuchara, sobre todo si son legumbres, pero nos queríamos quitar la espinita de no tener esta receta en el blog... Así somos nosotros jajaja.
Y es que, al menos yo, una vez que me doy cuenta de que no he preparado una cosa tan sencilla en mi vida, tengo que hacerlo ¡y más teniendo un blog de cocina! Creo que hay platos que no pueden faltar, sobre todo si son tan tradicionales como este ¿verdad? Y después de haberlo preparado, la verdad es que nos animaremos a comerlo más de una vez.
Primero, por que nos gustó mucho su sabor, el bacalao estaba espectacular y el toque del majao de pan nos encantó. Y, segundo, por que nos pareció mucho más fácil prepararlo de lo que teníamos pensado, así que es un buen plato calentito, que no requiere de mucho tiempo y que te llena de energía.
Antes de pasar a la receta quiero dar las gracias a La Sirena por haber confiado una vez más en nosotros y, sobre todo, por su trato tan cercano ¡muchas gracias!
Ingredientes (para 4 personas)
250 gr. de bacalao desmigado congelado La Sirena
500 gr. de garbanzos cocidos
300 gr. de espinacas
1 cebolla morada
2 dientes de ajo
1 l. de caldo de pescado o agua
1 cucharada pequeña de pimentón de la Vera ahumado dulce
1/2 cucharada pequeña de cominos
2 rebanadas de pan
3 huevos
Aceite de oliva
Sal y pimienta Preparación
Un día antes coloca el bacalao directamente sobre una fiambrera con rejilla o un colador y deja que se descongele poco a poco en el frigorífico. Si vas a usar garbanzos secos, tendrás que ponerlos en remojo.
Si, como nosotros, utilizas garbanzos cocidos de bote, colócalos en un colador y límpialos con agua hasta eliminar todo el líquido de conserva. Si vas a usar garbanzos secos, deberás cocerlos y escurrirlos (no tires el caldo por que lo podremos aprovechar después). Reserva.
En un cazo pon a hervir tres huevos. Cuando estén cocidos, deja que se templen y quítales la cáscara. Reserva.
Corta el ajo a rodajas y pica la cebolla. En una sartén a fuego medio vierte un chorro de aceite y, cuando esté caliente, añade los ajos. Cuando empiecen a estar dorados, añade la cebolla, una pizca de sal y remueve de vez en cuando. Esperaremos a que la cebolla esté tierna y transparente para añadir una cucharada pequeña de pimentón. Remueve enseguida para que se mezcle bien y no se queme.
En cuanto el pimentón se haya repartido bien añade el bacalao desmigado y vuelve a remover. Cocínalo unos 2 - 3 minutos para que coja color, pero no tiene que estar completamente hecho.
En una cazuela o parisien a fuego medio añade los garbanzos bien escurridos y el sofrito anterior con el bacalao. Remueve para que se mezclen bien los ingredientes.
Añade las espinacas y el comino. Si ves que las espinacas no te caben todas a la vez puedes remover un poco y añadirlas en dos tandas, ya que con el calor reducen su tamaño muy rápido.
Cubrimos con caldo o agua, salpimentamos y dejamos cocer unos 15 minutos a fuego medio.
Mientras se cuece podemos preparar el majado de pan frito y huevo que le dará un sabor muy rico.Para ello trocea las dos rodajas de pan y fríelas en una sartén con un poco de aceite. Una vez que el pan esté dorado, lo colocamos en un recipiente junto con la yema de un huevo y un poco de caldo de la cazuela.
Trituramos bien con la ayuda de una batidora hasta conseguir una pasta (te quedará más o menos líquida según la cantidad de caldo que hayas puesto) y lo añadimos al potaje.
Remueve bien, rectifica de sal si hiciera falta y deja que cueza unos 5 minutos más a fuego lento.
Sírvelo bien calentito acompañado del huevo duro.