Esta receta me trae muchos recuerdos... Mi madre cocinándola por la mañana, mi padre por la noche calentando lo que había sobrado para añadirle poco a poco, en un suave hilo, un huevo batido y comiéndosela con placer... Es curioso que, quizá por haberla tenido siempre tan cerca, la sopa de ajo no era un plato que me atrajese. Y en cambio ahora que estoy lejos de casa tenía ganas de preparármela. Es increíble ese poder que la comida tiene para transportarnos a otros lugares, a otros momentos de nuestra vida. A mi me hizo viajar por un momento de vuelta a casa y espero que vosotros también disfrutéis con ella...
Ingredientes para dos personas:
- 4 dientes de ajo.
- 1 l. de caldo de carne.
- 50 gr. de jamón.
- 80 gr. de pan de hogaza duro.
- 4 cucharadas de aceite de oliva.
- 1 cucharada de pimentón (dulce, picante, o mezclado, como mas os guste).
- 1 cucharadita de carne de pimiento choricero.
Poned el aceite de oliva a calentar en una olla a fuego medio.
Cortad el ajo en láminas y echadlo a la olla. Picad el jamón en pequeñas tiras y añadidlo a la olla cuando el ajo empiece a dorarse (reservad un poco de jamón para finalizar el plato). Dadle unas vueltas un par de minutos, añadid el pan cortado en rebanadas muy finas, removedlo para que absorba el aceite con los aromas del jamón y el ajo.
Añadid el pimentón y rehogadlo unos segundos, es muy importante que no llegue a quemarse para que no amargue. Seguidamente, añadid el caldo, subid el fuego al máximo para llevarlo a ebullición y entonces bajadlo a medio/alto y dejad que cueza por 10 minutos. Trituradlo después todo bien con la batidora y rectificad el punto de sal.
Escalfad los huevos 4 minutos en la misma olla y servid en cada plato la sopa con uno de los huevos y terminad con el jamón picado que teníamos reservado...