"Somos lo que comemos" es una expresión muy conocida que entraña un profundo significado. Al fin y al cabo, la gastronomía es parte esencial en la definición e idiosincrasia de un país. Y, de ser así, ¿qué revelarían las diversas especialidades regionales sobre los austriacos? Sin duda, la respuesta sería que son sibaritas y que adoran su gastronomía. Después de todo, la comida también simboliza la identidad y la pertenencia a una familia, a una cultura y a una nacionalidad. A los españoles nos identifica la paella; a los británicos, el fish and chips; a los japoneses, el sushi; y para los austriacos, el Schnitzel (escalope vienés versionado en este blog).
Las especialidades gastronómicas son, por tanto, un auténtico símbolo del país y sus regiones, y, al mismo tiempo, desvelan su alma.
Aunque muchas de las recetas y platos se consideran típicos de Austria o especialidades del país, nunca habrían existido sin el intercambio cultural. Precisamente, los austriacos han sido desde siempre unos grandes artistas a la hora de unir distintas influencias culturales en un mismo plato, herencia de lo que en su momento legó el Imperio Austrohúngaro. La carta de platos austriaca debe interpretarse como un recorrido por la historia cultural de Europa, es todo un viaje al pasado.
Al oeste de Austria, se puede encontrar una aromática y sabrosa especialidad: el queso alpino, un queso que se produce tan solo en verano, con la leche de vacas, cabras u ovejas que pastorean en pastos alpinos.
Una de estas variedades es el queso Quark, llamado Topfen en el dialecto austro-bávaro, con el que se confecciona este strudel de queso que hoy nos ocupa y al que he añadido fruta fresca de temporada, en este caso, albaricoques y arándanos que aportan la diferencia ácida y refrescante en este delicioso pastel que conocí en Viena el año pasado y que os recomiendo probéis, aprovechando que estamos en plena temporada de unas frutas ideales para este tipo de elaboraciones como son los albaricoques o incluso los melocotones.
¡Feliz fin de semana!
Ingredientes:
1 lámina de masa quebrada
500 ml de leche
1 sobre de preparado de flan o natillas
60 gr de azúcar avainillado+1 cucharada sopera
Un puñado de pasas
1 copa de ron
125 gr de magdalenas
4 albaricoques
200 gr de queso quark o requesón
1 huevo XL
Un puñado de arándanos frescos o congelados
Para decorar: azúcar glas y canela molida
Elaboración:Poner en un cazo pequeño el ron, templarlo al fuego, retirar y añadir las pasas. Dejar en remojo mientras comenzamos a preparar el relleno del strudel.
Del medio litro de leche, separar 1 taza y disolver el preparado de natillas junto al azúcar avainillado.
Llevar a punto de ebullición el resto de la leche, retirar del fuego y añadir la taza del preparado de natillas removiendo muy bien para evitar grumos.
Poner de nuevo al fuego y remover constantemente hasta lograr una crema medianamente espesa. Retirar y dejar templar.
Una vez templado el preparado de leche y natillas, añadir las magdalenas desmenuzándolas con los dedos. Mezclar muy bien hasta integrarlas con el preparado de natillas y dejar reposar mientras continuamos con la receta.
Una vez lavados los albaricoques, retirar el hueso y trocear en 4 partes. En una sartén mediana, poner 2 cucharadas soperas de agua y 1 cucharada de azúcar avainillado, remover para disolver ésta y poner los albaricoques troceados. Llevar al fuego, incorporar el ron del remojo de las pasas y dejar que se caramelicen los albaricoques durante 10 minutos aproximadamente.
Separar las yemas de las claras. Montar las claras a punto de nieve.
Batir las yemas aparte junto al requesón hasta obtener una crema uniforme. mezclar ahora con las clara montadas en movimientos envolventes. Incorporar los arándanos y las pasas escurridas que habíamos puesto en remojo junto al ron.
Precalentar el horno a 180ºC.
Paso a paso del montaje del Topfenstrudel:1º Con ayuda de un rodillo y sobre un papel de horno, estirar la masa quebrada hasta dejarla con 2 mm aproximadamente de espesor.
2º Extender sobre la masa quebrada y el lado más próximo a nosotros, una primera capa del relleno de natillas y magdalenas, sin acercarnos demasiado a los bordes.
3º Sobre la capa de natillas extender ahora una segunda capa con los albaricoques caramelizados.
4º La 3ª capa la formamos con el relleno de queso, clara montada y arándanos.
5º Enrollar la masa sin retirar el papel de horno, sobre el relleno, humedeciendo los bordes con un poco de agua para sellarlos.
Hornear el strudel, envuelto en el papel de horno, a 180º-200ºC durante 20 minutos.
Pasado el tiempo, sacar del horno, retirar el papel de horno y dejar que se temple el strudel antes de consumirlo.
Opcionalmente, se puede decorar con azúcar glas y canela molida antes de degustarlo, creo que lo hace aún más delicioso.
Se puede conservar en frío una vez templado, manteniendo el papel de horno para que no se reseque.
En Austria, el Topfenstrudel se suele servir con Vanillesoße, una crema similar a unas natillas poco espesas. Yo he preferido integrar estas natillas en el relleno del strudel.