Vamos a hablar claro: guardar un secreto me resulta complicado. Lo hago porque cuando doy mi palabra de que conservaré un secreto no me sentiría bien si no la cumpliera, pero tengo que estar en alerta constante para no relajarme y contarlo… o dar alguna pista de lo que estoy ocultando. De hecho, quien me conoce, me pilla a la primera de cambio sin apenas haber abierto boca.
He pasado todo el verano guardando un secreto. Concretamente desde el Sábado 28 de Junio. Y eso hace un total de 72 días con la boquita cerrada y las manos atadas a la espalda para no escribirlo todo en una entrada en este blog.
Ese Sábado estuve por segunda vez en Las meriendas de Margot que, si recordáis, fueron en el Restaurante Carlota de Barcelona.
Al final de todo de mi post os enseñé unas galletas con las que la chef del restaurante nos obsequió a cada una de las blogueras que asistimos. Y aquí es donde entra el misterio oculto… Carlota no sólo nos regaló unas galletas, nos dio mucho más valioso: su receta.
¿Verdad que habéis oído alguna vez aquello de que los cocineros siempre se guardan para ellos un ingrediente, un paso o un toque de la receta? Será porque compartirla tal cual sería como hacer público un secreto – ¡hoy va de secretos la cosa! -
Sin entrar en si ese secretismo con las recetas pasa o no pasa en realidad, el caso es que el regalo que ella nos hizo tiene un gran valor porque supone darnos vía libre para que las podamos preparar a nuestro antojo.
Y además me pareció ver un reto en esta receta. Os enseño unas fotos donde se ve la receta tal como nos la dio a ver qué opináis
Atentos a la tarjeta pequeña que hay en las dos fotos. Lo que vemos es todo lo que hay, por detrás de la tarjeta no hay nada más. ¿Os dais cuenta de algo?
¡Exacto! Están los ingredientes con sus cantidades, el tiempo y la temperatura del horno. Nada más… ¡falta saber cómo se prepara la masa! ¿La estiramos y la cortamos con un cortagalletas? ¿Hacemos bolitas y las aplastamos? ¿La técnica que usé yo y que os enseñaré en esta entrada?
Bueno, me di cuenta en seguida de este “detalle” y me pareció excelente. Repito, no se si fue hecho a propósito para ver cómo nos desenvolvíamos cada una para preparar sus galletas (¡¡adoro los retos de este tipo!!) o si fue un descuido. Apuesto a que no, que está hecho a propósito porque quería ver cómo las haríamos nosotras partiendo de la misma base, y comprobar, como yo ya he ido viendo en mis compañeras de mesa, que con iguales ingredientes y horneado, todas hacíamos galletas bien diferentes.
Personalmente me gustaron mucho el aspecto tan rústico que tenían las suyas (para recordarlas están aquí), con sus formas irregulares, con pepitas de chocolate cortado claramente a mano, pequeñas del tamaño de un bocado. Quise reproducir esto porque, para mi, era el espíritu de estas galletas, que se vieran imperfectas, descaradamente caseras.
Abrí la bolsita que las contenía, cogí una y la observé por todos los lados y me di cuenta (creo) de cómo están hechas. La masa no se estira y se corta como solemos hacer con las galletas. Los bordes de sus galletas no tenían estrías como de haber sido cortadas con un cortador. Más bien tenían el aspecto de rodajas de embutido, de rebanadas de pan. Rodajas… rebanadas. ¿Es éste su secreto? Apuesto a que sí ;)
Con la mitad de ingredientes salen unas 40, que son las que hice yo, pero pongo su receta tal cual.
Galletas de Carlota
250 grs. de mantequilla
450 grs. de harina (yo usé harina panadera)
2 huevos
100 grs. de azúcar moreno
125 grs. de chocolate
Preparación
Llegamos al punto en el que dejé volar la imaginación en base a lo que vi en las galletas originales. Y ésta es mi elaboración:
1. Precalentamos el horno a 180º
2. Batimos el huevo con el azúcar moreno. Añadimos la mantequilla en punto pomada y mezclamos bien. Luego vamos añadiendo la harina hasta terminarla, que tendrá una consistencia bastante compacta y que terminaremos amasando con las manos.
3. Con un cuchillo cortamos el chocolate en pedacitos irregulares, que no sean demasiado pequeños porque luego quedará muy bien encontrar los trozos en las galletas. Si los más grandes son cubos como de 6-8 mm. ya estarán bien. Mezclamos el chocolate en la masa.
4. Dividimos la masa en trozos. Con cada trozo hacemos “una salchicha” de unos 4 cms. de diámetro y la envolvemos bien en papel film. Las congelamos todas durante 10 minutos.
5. Quitamos el plástico de las “salchichas” y cortamos lonchas de medio centímetro aproximadamente. Al congelarla lo que hemos hecho es que la masa adquiera un poco más de dureza, así no se deforma tanto al cortarla, pero cuidado con no pasarnos con el tiempo de congelado o no podremos cortarlas.
6. Colocamos cada loncha en una bandeja sobre papel de horno y las horneamos. ¿cuánto tiempo? Pues en la receta original decía 10 minutos. ¡Bueno, el gran dilema de los hornos! Con el mío fueron 18. Con 10 minutos estaban crudas. Id mirándolas que queden doraditas pero sin pasarse, que quemadas no valen nada.
7. Sacamos las galletas y con extremo cuidado las colocamos sobre una rejilla a enfriar. En este punto son muy frágiles, luego endurecen y ya no es necesario tratarlas con tantísimo cuidado, pero acabadas de sacar del horno sí, como si fueran un jarrón de cristal de bohemia.
Todas las blogueras las hemos preparado este verano y hemos mantenido el secreto hasta hoy. ¡72 días con la boca cerrada!. ¿Queréis ver las suyas? ¡Arriba el telón!
Las de Margot (Margot – Cosas de la vida)
Las de Kai (táper’s moment)
Las de Eva (Cakepuntcom)
Las de Carme y Marta (Galeteria)
Las de Mila (Milicocinillas)
Las de Conchi (La Tata Conxi)
¡Gracias por este reto, Carlota, me lo he pasado fenómeno! Creo que son muy parecidas a las que nos regalaste tanto en aspecto como en textura. Ahora sólo me falta saber… ¿He aprobado? :)