La semana pasada se presentó mi marido en casa con una caja de albaricoques regalo de su compañero de trabajo.
La vida se paró para los mortales en marzo pero la naturaleza ha seguido su curso y tienen un árbol cargado de fruta con la que no saben qué hacer.
Me ha resultado agradable reencontrarme con esta vieja sensación de tener un cargamento de frutas o verduras llenando la cocina y no saber muy bien qué hacer con ellas. Es como una pequeña victoria a la situación que vivimos.
Mi mente se puso a maquinar y rápidamente me vino la idea de preparar una galette. Es una manera estupenda de dar salida a una buena cantidad de fruta y si además tiráis de masa quebrada hecha se prepara en un pispás.
De paso me sirvió para poner en práctica el truco de mi amiga Olga de utilizar avena en lugar de harina para absorver el excedente de jugo y que no deshaga la masa y aproveché para acabar con un resto que llevaba meses dando vueltas en el armario de la cocina.
El resultado me ha gustado tanto que por segunda semana consecutiva me tenéis aquí con una receta recién salida del horno, pero a ver quién se resiste a un postre cargado de fruta de temporada, tan sencillo y rápido de preparar y que queda tan resultón.
Es una receta que me ha servido para recordar por qué me gusta tanto repostear con fruta de temporada. Y ya si es de proximidad y ecológica ¡el buen resultado está más que garantizado!
No siempre estas frutas son tan bonitas como las que vemos en el mercado, pero para mí son ideales con sus imperfecciones. Las que son seleccionadas por su tamaño, forma y ausencia de manchas y marcas no siempre están en las mejores condiciones de sabor y textura.
No es la primera vez que hemos comprado una fruta preciosa en la frutería y al llegar a casa nos hemos llevado una sorpresa desagradable porque el sabor no es para nada lo que esperábamos. Es el precio a pagar por esa belleza exterior que a mí personalmente no me compensa ya que yo quiero frutas y verduras ricas y no bonitas.
Estoy abierta a nuevas sugerencias para dar salida a los albaricoques porque el lunes tuvimos una segunda remesa de fruta y no sé muy bien qué hacer (además de comerme una buena cantidad por la noche)
En los anales del blog preparé una coca con ellos, una tarta, un bizcocho y una mermelada. Las fotos dan pena, pero los inicios nunca fueron fáciles para nadie. A veces me gusta echar un vistazo a las recetas del principio y ver cómo han ido evolucionando, no sólo en la presentación sino también en los ingredientes que utilizo.
También me gusta comprobar que hay cosas que no cambian, como mi gusto por la repostería de temporada, tirando de frutas y verduras que es fácil encontrar en el mercado.
Lo que no me parece nada bien es que desde 2014 hasta hoy no haya sumado ni una receta más con esta fruta. En mi defensa alegaré que en casa, quitando los meses de invierno, no solemos comprar fruta.
Y no es que no consumamos, es que nos abastecemos de los frutales del campo de mis padres, de las cerezas de mi tío, del regalo de algún vecino, amigo o compañero de trabajo...
Tener frutales es como una lotería. Hay años que la cosecha no da ni para rellenar el frutero y otros es tan abundante que abasteces al barrio completo varias semanas. Y quien dice abastecer dice abrumar.
Intento hacer memoria y probablemente desde aquel año no hayan llegado albaricoques a casa. Al menos no como para ponerse a repostear con ellos.
Y aunque ha surgido una gran amante de esta fruta (disculpad que me siga asombrando cuando Elena come cualquier alimento nuevo porque a Lara no la saco de cuatro cosas y la fruta es para ella es como si le ofreciera veneno) me encantaría sacarles partido más allá de comerlos a puro bocado así que cualquier propuesta para darles salida será bien recibida.
Me ha gustado mucho el contraste entre la masa quebrada y el albaricoque. Al ponerlos en mitades ha quedado bastante entera la fruta, y no en plan papilla que es un riesgo que se corre en este tipo de recetas.
Le puse un poquito de canela (no puedo evitarlo) en la base, y me ha encantado el toque, aunque podéis obviarla o ponerla en la superficie.
Como al hornearla la fruta no quedó muy vistosa me acordé de unos paquequitos de brillo para tartas que llevan años en mi despensa. Fueron una adquisición de mi madre que heredé.
Ella es así. No hace postres pero a veces compra cosas. Y cuando llevan un montón de tiempo en su casa ¡desfilan para la mía!
A pesar de estar pasados de fecha, como son química pura usé uno. El resultado queda muy resultón pero no veo la necesidad de tanto artificio en un postre. Prefiero mil veces usar mermelada para darle el punto vistoso que hace un postre perfecto (o al menos a lo que estamos acostumbrados a ver en revistas y redes sociales, que no hay que obviar que los postres entran por los ojos)
Le he dejado la piel. Soy partidaria de pelar sólo aquellas frutas imprescindibles. Una vez horneada casi ni se nota y ayuda a que aguanten mejor el horneado. Pero si lo preferís podéis ponerlos pelados. Esto va a gusto del consumidor.
Se prepara en un abrir y cerrar de ojos. Justo lo que se tarda en lavar la fruta, secarla y partirla. En menos de quince minutos la tendréis en el horno y vosotros a otra cosa.
Y para conservarla, sobre una fuente tapada con film y al frigorífico. Con fruta fresca en el postre no puede ser de otra manera.
Puedo asegurar que en lo que llevo para escribir la entrada de hoy hubiese hecho varias de estas galettes ¡las suficientes para invitaros a desayunar o a merendar a todos vosotros!
¿Quién se anima con un buen trozo?
Ingredientes:
* Una lámina de masa quebrada
* 2-3 cucharadas soperas de copos de avena
* Albaricoques (yo usé 19)
* 1 cucharadita de azúcar blanco o moreno
* 1 cucharadita de canela en polvo.
* Mermelada de melocotón o brillo para tartas (opcional)
Elaboración:
1. Lavamos los albaricoques y los secamos. Los partimos por la mitad y les sacamos el hueso. Reservamos.
2. Estiramos la masa quebrada y la dejamos sobre el papel de hornear que la envuelve. Pasamos ligeramente el rodillo y la colocamos en la bandeja del horno.
3. En el centro ponemos los copos de avena, dejando alrededor del borde unos dos o tres centímetros de masa quebrada sin copos (esta será la parte que doblaremos) y espolvoreamos encima de los copos un poquito de canela en polvo (si no os gusta no la pongáis)
4. Repartimos las mitades de albaricoque por encima de los copos de avena y doblamos el borde de la masa quebrada cubriendo parte de la fruta de los extremos.
5. Espolvoreamos una cucharadita de azúcar sobre la fruta y los bordes e introducimos en el horno precalentado a 170º C durante unos 45 - 50 minutos o hasta que veamos que la masa quebrada está hecha.
6. Sacamos y dejamos enfriar un poco antes de moverla (podríamos partirla si la movemos caliente). Pasamos a una rejilla y dejamos enfriar por completo.
7. Antes de servir pintamos con brillo para tartas o con mermelada de melocotón.
Nota: si no tenéis copos de avena en casa podéis poner un par de cucharadas de harina de maíz (maicena) en la masa quebrada para que absorvan los jugos de los albaricoques.
Yo he puesto las mitades de albaricoque sin pelar, porque la piel es fina, pero si lo preferís podéis pelarlos.
La fruta tiene que estar madura pero firme, o acabará hecha un puré. Cuanto mayores sean los trozos mejor aguantarán el horneado.
La os he dicho que a Elena le encantaron los albaricoques y se come los que quieras darle. Hechos trocitos evidentemente.
Aunque no le hace ascos a cogerlos y jugar con ellos como podéis ver en esta foto. Y si me descuido a la boca que van. Poco le importa que tengan pelillo en la piel. Ella sabe que le gustan y si nadie le hace caso ya se improvisa ella la merienda.
A la vista queda que es una chica de recursos y si nadie le está haciendo caso y además hay comida de por medio ¡ella se las ingenia! Que mamá tiene cosas muy divertidas donde apetece meter la mano.
Y aqui terminó la sesión de fotos, que salvé la galette de milagro de la hambruna de la benjamina y eso que ella ya había merendado. Que primero me robó los albaricoques y después se lanzó a los de la tarta. ¡Menudo remolino!
Sin lugar a dudas la receta va con todo el cariño posible al reto 1+/-100, desperdicio 0 de mi amiga Marisa. Tirar comida nunca es una opción y en estos tiempos, menos aún.
Quiero pedir disculpas por llevar unos días tan ausente, pero la vida no me da. Tengo una carga brutal de trabajo, llego cansadísima a casa, las niñas tienen más energía que yo y además deberes por hacer (bueno, Elena no, sólo faltaba) así que no llego ni a la mitad de lo que quiero.
Aprovecho para daros las gracias a todos por esos comentarios tan bonitos en mi publicación anterior. Lo mejor de todo es que no hay mensajes de compromiso, lo mejor es que sé que todas y cada una de las palabras que me habéis dedicado os ha salido del corazón y nuestro idioma, con todo lo rico que es, se queda corto para agradecer tanto cariño y la fidelidad tan grande que tenéis a este rinconcito.
Gracias, de corazón.
Me despido una semana más. Espero que llevéis esta desescalada y todo lo que entraña de la mejor manera posible. Espero pasar por vuestras cocinas en breve ¡perdonad mi silencio! Sed felices y nos leemos la semana próxima.
Manos a la masa y ¡bon appétit!