Y hoy estamos muy cerquita del día de Todos los Santos, un día siempre un poco triste, en el que visitar a los que ya nos dejaron, y a la vez muy dulce, gracias a los pastelillos típicos de este día. El año pasado, aunque soy más de dulces tradicionales y nunca he celebrado Halloween, compartí con vosotros una receta riquísima de "Galletas de calabaza especiadas" a las que dí un toque divertido convirtiéndolas en unas "terroríficas calabazas poseídas".
Pero de este año no pasa. Este año no puede llegar el día de 1 de noviembre y que no hagamos unos "Huesos de Santo" en condiciones. Aunque a mi estilo, claro. :)
Y con mi estilo me refiero a que no voy a rellenarlos de yema, que es lo más típico. Actualmente, los rellenos de estos pastelitos se han diversificado muchísimo y se pueden encontrar de calabaza, batata, praliné, etc. Así que he pensado que como los Huesos de Santo de por sí no contienen ni gluten, ni lactosa, si los rellenábamos con una crema de chocolate con base de leche de coco, podíamos hacerlos también sin huevo. De esta forma pueden disfrutarlos muchas más personas y además conseguimos que no queden tan empalagosos, al añadir el contraste amargo. Y el resultado es genial y muy equilibrado. En cada bocado se notan perfectamente el mazapán y el chocolate. ¡Están mucho más que ricos!.
Como siempre que hago una receta con historia, he estado investigando un poco los anales de estos tradicionales dulces y he descubierto que son de origen incierto, aunque casi todos los relacionan con estas fechas porque coinciden con la recolección de la almendra. Una teoría muy extendida, considera que el mazapán es de origen árabe y que se introdujo en la península en la época andalusí. Sin embargo los Huesos de Santo no se nombran en ningún libro hasta el siglo XVII. Según parece, aparecen citados en la obra "Arte de cozina, pasteleria, vizcocheria y conserueria" (1611) de Francisco Martínez Montiño, jefe de cocinas de Felipe II hasta Felipe IV; pero no sé sabe ni a quién, ni cuando, se le ocurrió crear estos dulces con forma de huesecillos, con su relleno de tuétano incluido. Pero eso sí, fuese quien fuese, hay que agradecerle la idea profundamente.
Huesos de Santo
(Para unas 45 unidades)
Ingredientes
- Para el mazapán
Harina de almendra - 300 g
Azúcar - 240 g
Agua - 120 ml
Azúcar glace - C.S.- Para el relleno de chocolate
Cobertura de chocolate negro - 100 g
Leche de coco - 100 g- Para el glaseado
Azúcar glace - 300 g
Agua - 2 cdas
Zumo de limón - 1 cdta
Elaboración
Comenzamos preparando el mazapán. Mezclamos el agua y el azúcar en un cazo, varillando bien para que se disuelva todo el azúcar. Lo ponemos al fuego, ya sin remover y lo llevamos a ebullición. Cuando comience a hervir, lo dejamos un par de minutos al fuego para que el almíbar coja más punto. Retiramos del fuego y volcamos dentro la harina de almendra. Removemos bien y dejamos que enfríe. Colocamos la masa en una mesa espolvoreada de azúcar glace y amasamos hasta que quede bien lisa. Si está pegajosa puedes añadir más azúcar glace. Formamos una bola y la dejamos reposar al menos una hora.
Mientras tanto preparamos la crema de chocolate. Colocamos la leche de coco y el chocolate en pedazos en un bol apto para microondas. Calentamos la mezcla en tandas de 30 segundos, removiendo generosamente entre tanda y tanda, hasta que se forme la ganache. Dejamos que se enfríe a temperatura ambiente y que vaya cogiendo cuerpo.
Pasado el tiempo de reposo, dividimos la masa en dos y estiramos una mitad hasta un grosor de unos 3 mm. Con ayuda de unos palitos finos, de unas brochetas, de un rodillo de decoración o lo que tengáis a mano, hacemos unas marcas longitudinales a la plancha. Cortamos cuadritos de 5x5 ó 6x6, los enrollamos ayudándonos de un palito más grueso o del mango de algún utensilio de cocina. Sellamos el cierre con un poco de agua y presionando un poquito. Colocamos los rollitos en un plato, en posición vertical, y los dejamos al aire unas horas o hasta el día siguiente, para que se sequen un poco.
Con una manga pastelera y una boquilla de relleno, introducimos la crema en cada huesito. Una vez rellenos, preparamos un glaseado añadiendo el agua y el zumo de limón al azúcar glace. Bañamos cada canutillo y los dejamos escurrir y secar sobre una rejilla.
Una receta mucho más sencilla de preparar de lo que podíamos imaginar, con un resultado espectacular. Ya no hay excusa para no comer Huesos de Santo este año y todos los venideros. ¿Y por qué no inventar nuevos rellenos?. Venga, todos a la cocina a darle a la cabecita creadora y disfrutar de otro momento Siempredulces. ¡Besotes y buena semana!.