Huevas de jibia a la plancha




El sol acaba de asomarse tras el negro roqueo de la pequeña cala llena de piedras redondeadas por el ir y venir de las olas; el levante pinta la mañana de gris perla, el mar en calma se une con el cielo en el horizonte formando un todo, una visión única de un maravilloso escenario, roto por el silencio del cálido sonido del suave compás de las olas acariciando las piedras del rebalaje.



Miro al mar que me invita por primera vez éste año a adentrarme en sus frías aguas; siento que me llama mientras intento grabar su canto, su música, su ir y venir hacia la orilla, para con éstas imágenes felicitar por su cumpleaños a mi querida más que amiga, hermana, mi comadre, Ana a quien sin darme cuenta le inculqué la pasión por éste mar que baña las costas malagueñas.



Mis gafas, mi tubo y mis aletas están varadas junto a las algas, sobre las piedras de la pequeña bahía, me esperan ansiosas, como yo, por sumergirnos y sentir la mar en nuestra piel.

Sí, hay que echarle valor para entrar en la mar sin el traje de neopreno…..y el agua aún turbia, tapada como decimos los malagueños, debido al leve magón, pero ni corta ni perezosa me lanzo a bucear.



Me puede la pasión por volver a ése otro mundo, a ésa otra dimensión en la que me siento más yo que nunca; a ése lugar donde flotando, vuelo: el increíble fondo submarino de la costa malagueña.

En unos pocos aleteos me alejo de la orilla, busco las rocas, el agua demasiado fría deslizándose sobre mi cuerpo eriza mi piel, mientras miro los fondos marinos intentando recordar cada piedra, cada rincón, cada bosque de algas que bailan al son de las corrientes.

Aún hay poca vida, a las frías aguas sólo acuden los más intrépidos, un salmonete enorme rebuscando en la arena con sus bigotes pequeños moluscos, hermosos sargos soldados y un gran banco de salemas picoteando en una montaña rocosa cubierta de mejillones…….hace frio y a pesar de la maravillosa visión tengo que volver a la orilla.

Vuelvo despacio, las anémonas con su vaivén parecen que me saludan al pasar, los negros erizos me avisan que no les toque y las marrones algas se mecen junto a una gran roca………¡¡ espera, Toñi, no sigas…!! Es una jibia mimetizada entre las algas.

La miro y ella desde dos metros más abajo mi observa, levanta sus tentáculos centrales en señal de amenaza mientras aletea como si alrededor de su cuerpo tuviese su traje un gracioso volante andaluz.



(La foto es de nuestro amigo Jose, mi instructor de buceo con botella de aire comprimido).

Alarga su cuerpo sin dejar de mirarme y se desplaza suavemente, hacia atrás y yo con ella, la sigo. No se mantiene quieta, continúa avanzando y yo disfrutando de verla, sé que no me tiene miedo…pasan varios minutos, pensará que soy una pesada y con una inesperada maniobra desaparece rauda y veloz en el azul profundo de la mar.

Reconozco que adoro las jibias….y es un contrasentido a veces, decir que es uno de los animales que más aprecio no sólo disfrutándolas en la mar, también en Mi Cocina.

Las compro frescas, en el Mercado de Huelin, siempre, desde hace años en el mismo puesto, el de Antonio. Nada más decirle quiero una jibia, sabe que me tiene que dar de las más grandes y mira su interior a fin de que tenga hueva. Este Sábado pasado, era la hueva tan hermosa que ocupaba toda la palma de mi mano.



Ésa delicatesen, lo más delicioso de tan noble animal, es lo que más le gusta a mi marido, en ésta ocasión se la he preparado a la plancha.



¿Cómo la hice?



Ingredientes:


Huevas de jibia, dos dientes de ajo, una ramita de perejil, aceite de oliva virgen extra, medio limón y sal.



Los pasos a seguir:



Picar el ajo y el perejil en trozos pequeños.



Echar un buen chorreón de aceite de oliva en una sartén, cuando esté caliente echar las huevas (tapar con una tapadera a fin de que no salpique), salar al gusto y dejarla un minuto, darles la vuelta y dejarla hacer otro minutito. El coral se deshará, pero le dará un sabor especial a la salsa.



Apartar del fuego y echar las huevas junto con el aceite caliente en un plato.



Espolvorear el ajo junto con el perejil y echar el zumo de limón.





Disfruten de la mar, de su olor, de su risa, el rumor de las olas….de sus productos; disfruten de Málaga, éste lugar que llaman El Paraiso

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