Voy a despedir el mes de Agosto con un rico Solomillo de Cerdo.
Dentro de unos días tengo una celebración en casa. Y como quiero que cuando llegue el turno de la carne, dejen los platos bien limpios y rebañados, prepararé unos Medallones de Solomillo como éstos.
El solomillo es una pieza especial, sabor suave, carne jugosa y ternura extraordinaria. Se presta a innumerables preparaciones y combina bien con salsas. Aunque el precio suele ser un poco más subidito que otras partes, juego con la ventaja de que una vez en el plato no empiezan a quitar "trocitos blancos" o "dejo ésto porque tiene otro color" que yo conozco a mis hijos y son de un tiquis miquis que no te puedes imaginar.
Al final, salgo hasta ganando, porque aquí no hay nada que dejar aparte.
Además, otra ventaja que tiene esta receta, es que puedes dejarlo todo a medio hacer, y ultimarlo antes de presentarlo a la mesa. Ya sabemos, que en cuanto salimos de la rutina, nos adentramos en platos especiales y tenemos más comensales, si podemos hacer platos ricos pero fáciles, siempre se agradece.
Y ahora, vamos al lío.
NECESITAREMOS
CÓMO LO HAREMOS
* Lo primero, será eliminar los huesecitos que algunas veces trae el beicon.
* Partimos el solomillo en filetes gruesos (como dos dedos de ancho) y rodeamos cada medallón con una loncha de beicon, sugetamos bien con palillos de madera.
* Espolvoreamos con pimienta molida.
* Pondremos un poco de aceite de oliva en una sartén y cuando esté caliente, vamos dejando la carne.
* Una vez ha cogido color por una cara, le damos la vuelta, y cuando ambas estén doradas, tapamos y dejamos a fuego bajo, hasta que esté hecha, tardará unos diez minutos.
* Reservamos.
* Preparamos mientras, las papas de guarnición. Están cortadas al estilo Hasselback, pero e proceso de cocinado es diferente.
* Lavamos muy bien, pues la vamos a comer con piel. Atravesamos con un palillo para que al cortarla no lleguemos a separar las rodajas.
* Pondremos un caldero con agua y cuando rompa a hervir, las dejamos hasta que estén casi hechas.
* Antes de servirlas, encendemos la freidora a una temperatura alta y las freímos hasta que estén crujientes. Si lo hacemos en una sartén, os aconsejo que lo hagáis en un cazo, pues es mejor que queden sumergidas, mientras se fríen.
* Para preparar la salsa, solamente tendremos que mezclar la maizena y la mostaza al vaso de leche, y cuando los champiñones estén rehogados co una cucharad de aceite de oliva, (queda más rica si los champiñones son frescos, pero hoy no encontré) se lo añadimos por encima. En un momento, habrá llegado a espesar y tendrá la textura deseada. Rectificamos de sal.
* Si os gusta la salsa con un sabor más intenso, se añadirá más mostaza.
Ahora sólo queda montar el plato.
En el fondo, pondremos los champiñones con la salsa, los medallones, ya sin el palillo irán encima. Y al lado, nuestra papita de acompañamiento.
Por supuesto, vosotros conoceréis la cantidad de lo que comen en vuestra casa. Con las indicadas en la receta, salen dos platos como el que veis en las fotos.
Habrá que tener en cuenta, que si lo preparamos para una comida especial, donde siempre habrá un picoteo previo, y otros platos principales, además del postre, es una cantidad más que razonable.
Y eso es todo por hoy, nos vemos en unos días. Hasta entonces, sé feliz o al menos, inténtalo.