Vivo y dejo vivir. Soy respetuosa con todos ellos. Soy la primera que dice buenos días, buenas tardes, hola, cuando me cruzo con alguno de ellos. Hablo del tiempo en el ascensor, me ofrezco a llevarle las bolsas de la compra a los más mayores
En los últimos años mi comunidad de vecinos se ha renovado, pero muchos de ellos, si no se han mudado o muerto, siguen siendo los mismos de cuando llegué a la finca con mis padres con la edad de diez años. Ha llovido desde entonces
Nunca tuve ningún problema de convivencia con ninguno de ellos. Vivo sola desde hace años y nunca se presentó la policía a la puerta de mi casa para reprobar mi conducta
Tal vez mi anterior lavadora hubiera podido molestar a alguien. En los últimos meses de vida de aquel trasto, se parecía más a un Boeing 707 a punto de despegar que a una vieja lavadora. La única que sufría era ya porque pensaba que cualquier día me aplastaría en su huida hacia el pasillo
Ahora que os he puesto en antecedentes, paso a relatar el comienzo de mi pesadilla
Mis vecinos, puerta con puerta, eran una pareja de adorables ancianos. Lo digo en pasado porque ahora quisiera torturarlos hasta que se le saltaran las dentaduras postizas. O hacerles tragar esas mismas dentaduras. Secuestrar a su perro y que murieran de agotamiento buscándolo
¡Dios mío, me han convertido en un monstruo!
Un día estaba comiendo, dos de la tarde, con la tele puesta y empecé a oír extraños ruidos que provenían del balcón de los vecinos
Advertencia: si están comiendo, ahora es el momento de dejar de leer o bien de dejar de comer
En mi pueblo, aquellos ruidos eran gargajos. Según su definición flema, saliva o mucosidad. Esputo
Sinónimo de lapogallo, pollo, salivazo, expectoración, escupitajo
¡Os lo advertí!
Una hora, cada día, durante un año, casi siempre a la misma hora
En invierno el ruido se atenuaba por persianas y ventanas cerradas. Pero llegó el verano...
Mi única esperanza era que se ahogara. Esperanza y, lo reconozco, alegría
Me imaginé la muerte de mi vecino de tantas maneras que hasta el asesino en serie más cruel me hubiera admirado
Aunque me resultaba violento, un buen día con mi paciencia agotadísima, le piqué a mi vecina y le dije lo que estaba pasando en su casa, por si ella no lo sabía en su infinita sordera
Que no se lo tomara a mal, que aquello me parecía una guarrería, que si una falta de respeto, que lo sentía mucho pero que aquello no podía seguir así
"Si a mi también me da mucho asco por eso lo echo al balcón"
¡Tócate las castañuelas y baila!
Eso me dijo mi vecina, compungida. Compungida en ese momento, claro
Los ruidos se fueron atenuando hasta "casi" desaparecer
Lo siguiente fue tener una pareja de loros, cacatúas o lo que fueran aquellos pájaros demóniacos
Desde el primer rayito de luz hasta el último, en el balcón de mis vecinos, emitiendo unos graznidos, que ni la tele a punto de traspasar los decibelios de una discoteca, atenuaban
Era preferible escuchar una ópera de Wagner atada en primera fila a una butaca del Liceu durante veinticuatro horas seguidas que cinco minutos de aquellos graznidos infernales
Desde que me sinceré con ellos sobre los "ruidos" del vecino y desde que la comunidad les prohibió tener a sus "pajaritos", me miran mal, no me saludan, murmuran entre dientes al pasar a mi lado
Ayer vi, en la pared de mi balcón, que se está abriendo paso un largo tallo de un magnífico poto que proviene del balcón de mis vecinos
Mi primera intención fue arrancarlo, no cortarlo, sino tirar de ese largo tallo hasta sacar la planta entera de su maceta y que ya no se pudiera ni trasplantar
Pero luego, se abrió paso en mi mente un pensamiento
¿Y si esa planta quería decir algo? ¿Y si significaba que debía ir a ver mis vecinos enarbolando la bandera de la paz y el diálogo?
A continuación, fui a buscar unas tijeras
PD Cualquier parecido con la realidad de personajes y situaciones, es pura ficción
Conozco el poder de la curiosidad por padecerla en mis propias carnes, así que sé, que después de la advertencia el 999% habéis seguido leyendo. Pido perdón por haber sido, en algún momento, tan gráfica y haber podido herir la sensibilidad de mis finas hierbas
INGREDIENTES
1 kg de mejillones
2 cucharadas de mostaza
1 cebolleta
2 dientes de ajo
Medio limón
250 ml de vino blanco
250 ml de agua
Media cucharadita de jengibre molido
Media cucharadita de comino
2 cucharaditas de harina
2 cucharadas de aceite
Triturar la cebolleta, el ajo, el jengibre y la mitad del comino
Reservar
Poner el aceite en la cubeta
Menú Cocina
Cuando el aceite esté caliente, verter lo triturado
Remover
Añadir la ralladura y el zumo de limón
Remover
Añadir la harina
Remover
Cuando esté cocinado, añadir el vino
Remover bien para que no se hagan grumos
Cocinar hasta que se evapore el alcohol
Incorporar el agua y la mostaza
Remover
Hervir unos minutos
Añadir los mejillones
Añadir el resto del comino
Cocinar hasta que se abran todos los mejillones
Retirar los mejillones
Dejar que reduzca la salsa
Mientras retirar una de las cáscara de los mejillones
Servir los mejillones con la salsa por encima
Receta adaptada de El saber culinario
Consejos de La Farsa
*He utilizado mejillones congelados enteros y envasados al vacío en su propio jugo de La Sirena