La gran periodista gastronómica Rosa Rivas, aficionada de lo japonés, definía el Mibu como "El gran templo de lo sibarita". Se encuentra en el lujoso barrio de Ginza, en Tokyo, y lo regenta junto a su mujer, con mimo y recelo el gran cocinero Hiroyoshi Ishida. 20 metro cuadrados con capacidad para 8 comensales dispuestos a degustar la magia de la cocina, que una vez, se trasladó por completo, amuletos incluidos, al El Bulli regentado por un joven Ferrán Adriá.
Mibu es el restaurante más exclusivo de Japón y del mundo, el precio medio se sitúa en los 25.000 yenes, unos 230€ al cambio. Una especie de sociedad gastronómica a la nipona al que solo pueden asistir una vez al mes sus 300 socios y acompañantes.
Fue el padre de la gastronomía molecular en España, Ferrán Adriá, el que disfrutó una primera vez de la gastronomía kaiseki que Ishida elabora en el Mibu meticulosamente. Sorprendido y emocionado por la experiencia que acababa de vivir, propuso al cocinero nipón una colaboración, la oportunidad de poder dar a sus clientes de El Bulli a degustar la más mística y espiritual experiencia sentados a la mesa a lo largo de toda una semana.
Ishida, con miedo a que su cocina no pudiera reproducirse a la perfección en otro lugar que no sea su amado Mibu, decidió llevarse con él su cocina, decoración y amuletos budistas, religión que practican a diario el matrimonio propietario del restaurante tokiota.