Leche: Según el diccionario, sustancia líquida y blanca que segregan las mamas de las hembras de los mamíferos para alimentar a sus crías y que está constituida por caseína, lactosa, sales inorgánicas, glóbulos de grasa suspendidos y otras sustancias.
He podido leer que el consumo humano de la leche de origen animal comenzó hace unos 11.000 años con la domesticación del ganado. El primer animal que se domesticó fue la vaca, a partir del Uro (bos taurus primigenius), después la cabra, aproximadamente en las mismas fechas, y finalmente la oveja, entre 9000 y 8000 a. C. sin olvidar la de yegua y de camella.
De los mamíferos, el ser humano supo obtener ése alimento básico para la nutrición que forma parte de la alimentación en la inmensa mayoría de las civilizaciones: la leche.
¡¡ Mira qué leche !! Así hubiera respondido mi abuela Maria del Carmen, si le hubiese contado ésta historia; es lo que decía con mucho énfasis cada vez que algo le sorprendía, pero sobre todo lo solía decir cuando algo no era de su total agrado.
Leche, la palabra en concreto, hoy por hoy se encuentra en nuestro argot diario, expresiones cotidianas muy conocidas, frases más coloquiales e incluso, todo hay que decirlo, en frases vulgares que utilizamos como hacía mi abuela para dar énfasis y expresividad; frases que en gran medida no deja de ser un patrimonio de nuestra propia idiosincrasia, dichas con salero e incluso con ésa chispa natural de los españoles al usar nuestro propio idioma.
En éste sentido me viene a la mente el decir cuando se va rápido “ir a toda leche”, cuando alguien tiene maldad decir que tiene “mala leche”, cuando queremos exagerar algo solemos indicar “una suerte de la leche”, cuando queremos indicar que una persona es genial indicamos que “es la leche”….y en señal de enfado ¿Quién no ha escuchado la frase ¡ la leche que te han “dao” ¡
Y como no en nuestros refranes, cuentos, creencias e historia.
Todos hemos oído el cuento de la lechera a quien se le rompió el cántaro de leche; la historia nos descubre las propiedades que reconocía la reina de Egipto, la famosa Cleopatra que se bañaba en leche de burra. No olvidemos que la “Vía Láctea” es denominada así porque presenta un aspecto que recuerda a la leche derramada.
¿Y los refranes populares? A la leche, nada le eches. La leche cocida, tres veces subida. Más pesado que el arroz con leche.
Leche fresca, entera, desnatada, semidesnatada, sin lactosa, pasteurizada, en polvo, condensada, evaporada, nata (crema de leche)……..pero leche.
Desde que nacemos, la leche nos acompaña durante toda nuestra vida, es un elemento fundamental en nuestra dieta; desde siempre ha sido el principal protagonista de nuestros desayunos, el acompañante habitual de los cafés y como no de los postres. Y hay uno que se lleva la palma: el bizcocho tres leches.
He de confesar que no lo había probado nunca, que no lo conocía y si alguna vez lo probé, o leí el nombre e incluso la receta pasó totalmente de largo para mi, hasta que la semana pasada probé el que hace mi admirada chef Irene Garrido en su restaurante KGB MALAGA, en pleno centro de la capital malagueña
Ella es una gran cocinera y por sus años en México especialmente experta en la cocina de ése país hermano y de la gastronomia latino-americana en general y éste delicioso, esponjoso y riquísimo bizcocho es sumamente popular en toda América Central y del Sur.
He intentado investigar su origen exacto y he podido saber que los historiadores, la gran mayoría le dan el crédito a México, todos reconocen que nace en algún lugar de América latina, aunque en lo que sí coinciden al unísono es que sus comienzos se debe a una campaña promocional realizada por una compañía productora de leche enlatada para aumentar sus ventas.
Probablemente éste hecho tuvo lugar hacia finales del siglo XIX o a comienzos del pasado siglo, ya que la leche condensada y la evaporada estuvieron disponibles por primera vez en las décadas de 1850 a 1870.
Es un bizcocho que ella prepara con tanto arte, con tanta maestría, que me cautivó totalmente. Y yo tenía que probar a hacerlo en mi Cocina “a toda leches”. Recordé uno de los libros de uno de mis cocineros favoritos, oriundo de Argentina, español de corazón: Gonzalo D´Ambrosio y pensé: haré su receta. Dicho y hecho, seguí sus pasos, he hice su “Tres leches”
¿Se animan y lo disfrutan en casa? ¿les cuento cómo lo hice siguiendo sus pasos con mi toque personal ?
INGREDIENTES PARA SEIS PASTELES PEQUEÑOS:
3 huevos, 90 grms. de azúcar, 75 grms. de harina de repostería, una cucharada pequeña de levadura en polvo, dos cucharadas de brandy.
Para las las tres leches:
100 grms. de leche condensada, 100 grms. de leche, 100 grms. de nata (crema de leche) especial para cocinar.
Para hacer el merengue:
La clara de un huevo y azúcar (Para 1 medida de clara se necesitan 2 medidas de azúcar).
Para decorar:
50 grms. de frutos rojos, 6 fresas y 6 ramitos/hojas de hierbabuena.
LOS PASOS A SEGUIR:
Precalentar el horno a 180º C.
En un cuenco (que pueda soportar el calor) echar los huevos, el azúcar y el brandy y colocarlo sobre una cacerola con agua (baño Maria). Poner la cacerola al fuego y con unas varillas batir la mezcla durante unos minutos, procurando siempre que no sobrepase los 40º C (que apenas esté caliente la mezcla).
Cuando la mezcla esté espumosa, retirar de la cacerola y agregar poco a poco la harina en la que se ha disuelto la levadura, tamizandola y realizándolo con movimientos envolventes.
Engrasar los moldes con un poco de mantequilla y rellenarlos con la mezcla. Meter en el horno y dejarlos durante unos 40 minutos aproximadamente (irá en función del tipo de molde y de horno) o hasta que, pinchando con un palillo, éste salga limpio. Retirar del horno y dejar enfriar sin desmoldar.
Mientras, mezclar las tres leches y reservar en el frigorífico.
Cuando los bizcochos estén totalmente frios, hacerles tres o cuatro pequeños orificios pinchándolos con un palillo e ir mojándolos poco a poco con las leches y volver a meter en el frigorífico. Si es necesario, conforme vaya absorbiendo el bizcocho las leches volver a echar más cantidad de liquido hasta conseguir que estén esponjosos ( hacerlo durante dos o tres horas, de vez en cuando).
Durante ése intervalo ir preparando el merengue, para ello, echar la clara de huevo en un cuenco y con unas varillas batir hasta que empiece a espumar, en ése momento agregar la mitad del azúcar en forma de lluvia.
Sin dejar de batir ir agregando la segunda parte del azúcar y batir con fuerza hasta que el merengue comience a tomar volumen durante, aproximadamente, unos diez minutos.
Lavar las frutas y cortar las fresas en cuatro trozos.
Cuando estén bien esponjosos los bizcochos, sacar del molde con cuidado, ponerlos en el plato y untarlos con el merengue. Quemar con el soplete de cocina toda la superficie.
Decorar con los frutos rojos al gusto y la ramita de hierbabuena
Disfrutemos de la repostería, de la cocina, demos ése toque de color, sabor y alegría
¡¡ Qué leche !!