No son pocas las culturas que han abrazo esta técnica gastronómica, pues los pimientos, por su forma, se prestan al relleno.
En España han florecido una rica y sana cultura alrededor del pimiento del piquillo, una variedad autóctona de Navarra que ha conseguido encandilar a los paladares más exigentes, y que hoy vamos a usar para hacer esta increíble receta de pimientos rellenos de carne de la abuela.
Aunque muchos productos, por cotidianos, parezcan enraizados a la tierra desde el principio de los tiempos, lo cierto es que el pimiento era una hortaliza desconocida hasta el descubrimiento de América, donde se le profesa una santa devoción.
Volviendo a los piquillos, estos, suelen tener un tamaño pequeño, de 5 cm. a 10 cm. de largo, dibujando una característica forma triangular. Entra por los ojos, con un color rojo brillante intenso que lo convierte en un bocado apetitoso.
Tanto es así, que incluso cuentan con su propia Denominación de Origen, conocida como D.O. Piquillo de Lodosa, con fama internacional.
Por sí mismos, en fresco, no resultan especialmente sabrosos, sin embargo, los navarros desarrollaron un sistema de cocción y conservación muy interesante. Así, consiguen hacer brillar todos sus finos y aromáticos matices dulces gracias al asado directo a la leña, para posteriormente pasarlo a conservación de inmediato.
El secreto para muchos reside en su manufacturación prácticamente artesanal, siendo necesarias hábiles manos para pelar los pimientos que aún permanecen calientes. Dado que no se utilizan agentes químicos o soluciones acuosas, el sabor y perfume ahumado permanece intacto.
Pese a que podríamos emplear cualquier otro tipo de pimiento para rellenarlos de carne, preferiblemente seleccionaremos pimientos de piquillo, asegurándonos el éxito total del plato.
Recuerda también, que si te gustan los pimientos rellenos, no dejes de probar la sensacional receta de pimientos rellenos de bacalao de la abuela, que están igualmente deliciosos.
Ingredientes:
Pimientos del piquillo 16 unidades
Ternera picada (babilla) 350 g.
Chorizo 150 g.
Ajo 2 unidades
Huevo L 2 unidades
Cebolla 1 unidad
Nata (crema de leche) líquida para cocinar 100 ml.
Vino blanco 100 ml.
Aceite de oliva virgen extra
Perejil fresco
Pimienta negra
Sal
Elaboración:
La receta no podría ser más sencilla, y empleando una materia prima de calidad, errar en su elaboración se antoja imposible. Me he decantado por una mezcla de babilla de ternera y chorizo que es el relleno que utilizaba mi abuela, y aunque quizá no sea demasiado habitual, se descubre como brutalmente delicioso. En caso de que no se te antoje el chorizo, puede sustituirlo simplemente por magro de cerdo picado.
En un sauté, o en una sartén honda en su defecto, sofreiremos una cebolla picada en juliana con un fino chorro de aceite de oliva virgen extra, a fuego mínimo y durante 30 minutos, dejando que sude y apunte los primeros signos de caramelización. Posteriormente, la sacaremos de la sartén y reservaremos, rehogando en el mismo aceite la ternera picada junto al picadillo de chorizo, manteniendo el fuego al mínimo.
Seremos testigos de como el chorizo va fundiendo la grasa, impregnando el picadillo y confiriéndole un sabor sublime. Tras 10 o 15 minutos, las carnes estarán perfectamente cocinadas, momento que aprovecharemos para añadir los dos dientes de ajos laminados. Salpimentaremos y, opcionalmente, le daremos un poco de sazón con alguna especia: tomillo, laurel y/o comino.
Volveremos a incorporar la cebolla y verteremos el vino blanco, reduciéndolo por completo. A continuación, con la sartén fuera del fuego, agregaremos los dos huevos que espesarán y compactarán la mezcla, facilitando más tarde su embutido en el pimiento. Aparte, tomaremos cuatro pimientos del piquillo y los escurriremos bien del líquido de la conserva.
Colocaremos una sartén de hierro a fuego vivo con un fino chorro de aceite de oliva virgen extra. Secaremos los pimientos a conciencia, o de otro modo podrían formar una llama, y los marcaremos por ambas caras. En la misma sartén echaremos la nata (crema de leche), eso sí, ahora a fuego bajo, y dejaremos reducir para que el sabor del piquillo se haga notar gracias a la grasa de la nata (crema de leche).
Posteriormente, pasados unos 5 minutos, lo trituraremos todo con una batidora, obteniendo así la salsa. Entretanto, agarraremos el resto de pimientos, y los lavaremos meticulosamente para quitarles el sabor a acidulante, secándolos bien con papel de cocina absorbente. Marcaremos todos los pimientos en tandas en la sartén de hierro, siempre con el fuego fuerte.
Iremos apartándolos a un plato, y cuando se templen, con una cuchara pequeña, iremos rellenándolos con el picado, procurando que la carne prácticamente rebose. Hay quien, para terminar de sellarlo, culmina en la boca del pimiento con una capa de queso rallado. Dispondremos los mismos ya rellenos en una fuente refractaria.
Precalentaremos el horno 200º con calor arriba y función ventilador, si la hubiera. Naparemos los pimientos con la salsa de piquillo que habríamos preparado anteriormente, espolvoreando además un poco de perejil fresco por encima. Introduciremos la fuente sobre una rejilla a altura 4 y dejaremos que se calienten por unos 5 minutos aproximadamente.
Finalmente, sacaremos del horno y serviremos muy calientes. Se verán gratamente acompañados con una ensalada o un arroz blanco. Recuerda servirlos bien calientes y no escatimar con la salsa. ¡Acabarás mojando pan!
¡Qué aproveche!
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