Esta receta es un plato típico de Sevilla. Se trata de toda una institución culinaria en la capital andaluza. No hay bar que se precie en la ciudad hispalense, que no posea en su carta esta riquísima combinación. Yo me quedé prendada de ella durante mis años de estudiante y por eso, hoy la comparto con todos vosotros. Así pues, os presento el Solomillo de cerdo al whisky.
No es la primera vez que os comento que soy muy tradicional en la comida, aunque me guste probar cosas nuevas, siempre la lío en mi elección. Así que muchas veces me dejo llevar por lo ya conocido. Esta receta me trae muy buenos recuerdos de momentos, de amigos, de largas conversaciones, de clases intensas, no sé…, me provoca mucha nostalgia y creo que no debe faltar en el recetario de Azúcar y Orégano. Pienso que las recetas no solo nos tienen que gustar porque estén ricas, sino también porque sean capaces de hacernos rememorar viejos momentos con añoranza y sobretodo, con felicidad.
INGREDIENTES:
Un solomillo de cerdo.
10 ajos o más.
El zumo de un limón.
Aceite.
Sal.
Pimienta.
Un vaso de agua.
125ml de whisky (medio vaso).
1º. Cortamos el solomillo en trozos bastante gruesos, porque al cocinarlos se quedarán más pequeños de lo que son en realidad.
2º. En una sartén vertemos abundante aceite, que la cubra por completo. Luego echamos los ajos sin pelar, pero sí con un leve corte en su interior. Cuando estén dorados, echamos la carne, salpimentada en la misma sartén, para sellarla.
3º. Una vez lista la carne vertemos el zumo de un limón, el whisky y por último, el agua. Dejamos que se cocine durante unos 20 o 25 minutos hasta que se consuma parte de los líquidos y quede una estupenda salsa para mojar pan.
El resultado final es una carne tierna con un sabor intenso y ácido. Os advierto que la salsa debe quedar líquida, como aceitosa, ni se os ocurra espesarla porque ese es su encanto. Además, los ajos tiernos se impregnan de la misma y están riquísimos. Solo de explicároslo me está entrando un hambre increíble.
Os animo a elaborar este plato tan sencillo, ya que es una receta bastante contundente y que llena bastante. Eso sí, preparad una buena barra de pan para untar en la salsa hasta que no quede ni una gota de ella.
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