Las tartas saladas son un básico en mi cocina. Me permite preparar algo por anticipado para poder tener el resto de la mañana libre y dedicarme a otras cosas.
Son versátiles, sabrosas, gustan a (casi) todo el mundo y cunden una barbaridad, así que, pensad en el relleno y a hornear.
Esta idea la tomé de Loleta, que decía que esta tarta se preparaba en su casa desde siempre. Aunque parezca una quiche no lleva huevos ni nata (crema de leche), sino una suave y cremosa bechamel.
Para 8 personas:
1 lámina de masa brisa o masa quebrada
4 cebollas dulces o 4 cebolletas
3 cucharadas colmadas de harina de trigo
500-600 mL de leche
aceite de oliva virgen
mantequilla
nuez moscada
nueces picadas
queso rallado (yo utilicé Grana Padano)Se cubre el fondo de una sartén o cazuela con un poco de aceite de oliva y en él se ponen a pochar, a fuego no muy alto y despacio, las cebollas cortadas en brunoise (picadas).
Las tenemos una media hora para que se consuma su agua y se estofen lentamente. Mientras tanto ponemos a precalentar el horno con calor arriba y abajo a 200º C.
Se desenrrolla la masa brisa, se adapta a un molde redondo, se cubre con papel de aluminio y con garbanzos (para que no suba la masa). Se introduce en el horno caliente y se hornea sola (esta operación se llama horneado en blanco) durante 10-15 minutos.
Mientras se hornea, retiramos la cebolla del fuego y escurrimos del aceite. Reservamos la cebolla.
En esa sartén o cazuela ponemos 3 cucharadas de aceite y una de mantequilla al fuego. Cuando esté derretida la mantequilla se añade la harina y se remueve rápidamente con una cuchara de madera (o una espátula) para formar una masa ligada y que se tueste la harina para no saber a engrudo.
Se va agregando la leche, de poco en poco, y removiendo a la vez, para ligar la salsa bechamel. Se salpimenta y se añade nuez moscada si te gusta su sabor en la bechamel.
Se incorpora la cebolla pochada a la salsa bechamel junto con las nueces picadas (un puñado) y se remueve.
Se quita el aluminio con los garbanzos de la masa horneada y se cubre con la masa de bechamel y cebolla.
Se espolvorea con queso rallado y se vuelve a introducir en el horno unos 20-30 minutos o hasta que se dore la superficie.
Se sirve templada con un poco de cebollino picado por encima.