El ingrediente principal de esta tarta no podía ser otro que el mismo que el da nombre: las nueces pecanas.
Es autóctona de Estados Unidos y crece del árbol homónimo, el pecán, abasteciendo así a más del 80% de la demanda mundial. Esta preciosa variedad se alza imponente en Texas, el valle bajo del Misisipí y México.
Aunque el auge e internacionalización de la nuez pecana sea reciente, no lo es la tarta de nueces, a la que muchas fuentes datan del año 1718, que surge como fruto del asentamiento de los franceses en Nueva Orleans.
Tomaron de la mano de los nativos americanos las primeras nueces pecanas, cosecha que ya por aquel entonces suponía uno de los principales sustentos de los nativos. Tradicionalmente, se mezclaban con huevos, jarabe de maíz, mantequilla y azúcar.
El principal divulgador de esta tarta fue la archiconocida empresa Karo, principal fabricante de jarabe de maíz de los Estados Unidos, plasmando en el envase de su producto una receta de tarta de nueces pecanas a la que bautizó como Karo Pie.
Hay que reconocerle el mérito a la esposa del ejecutivo de ventas de la compañía, quién se atrevió a crear una receta distinta en los años 30, instaurando sin saberlo una tradición que perduraría hasta nuestros días.
Los días más propicios para su elaboración son Navidad, Nochevieja y Acción de Gracias, aunque ya puede encontrarse recurrentemente en pastelerías y cafeterías de todo el país durante cualquier época del año.
Cómo hacer una tarta de nueces casera
Es una tarta rica y agradecida, ya que el esfuerzo y conocimientos que demanda son mínimos, dejando todo el protagonismo a un producto tan extraordinario como la nuez pecana.Quizá lo más difícil de encontrar sea el jarabe de maíz, que puede sustituirse por jarabe de arce.
Ingredientes:
Pasta brisa 1 unidad
Nueces pecanas 210 g.
Huevos L 3 unidades
Sirope de maíz 110 g.
Azúcar moreno 60 g.
Melaza sin azufre 1 cucharada
Mantequilla sin sal en pomada 4 cucharadas
Sal 1/2 cucharadita
Extracto de vainilla 2 cucharaditas
Elaboración:
Precalienta el horno a 180ºC, con calor arriba y abajo, colocando la rejilla justo en el centro. En un bol batiremos enérgicamente los huevos junto al azúcar moreno, el jarabe de maíz, la mantequilla en pomada, la melaza, la vainilla y la sal. En caso de no encontrar melaza, esta puede sustituirse perfectamente por miel. Batiremos hasta obtener una masa suave y homogénea.
No es necesario blanquear los huevos, ni siquiera el uso de una batidora. Agarraremos la masa quebrada o pasta brisa, extendiéndola en un molde redondo con fondo desmontable. Dispondremos las nueces en el interior picadas en trozos grandes prácticamente enteras. Sobre ellas verteremos la mezcla anterior poco a poco, evitando así que todas salgan a la superficie.
Reserva alguna de ellas para crear un patrón decorativo. Hornearemos durante 30 minutos, tras los cuales, cubriremos con un papel de aluminio para evitar que tanto la masa como las nueces se doren en exceso. Coceremos al menos 30 minutos más, hasta que el relleno se haya cocinado por completo, los bordes se hayan dorado y nos percatemos de una cierta ondulación en el centro.
Esta ondulación se debe a que el pastel se han hinchado por la acción del calor, desinflándose poco a poco el mismo tiempo que se atempera. La desmoldaremos y dejaremos enfriar por completo. Como sugerencia de presentación os propongo servir una ración junto a una quenelle de helado de vainilla o un poco de nata montada (crema de leche). ¡Deliciosa tarta en un periquete!
Como decía, la melaza no es un imprescindible para esta tarta, pudiéndose sustituir por miel o incluso omitirse por completo. Por otro lado, hay que prestar especial atención a las nueces, que serán lo más frescas posibles, o de otro modo correríamos el riesgo de encontrarnos con una amarga sorpresa. El pastel de nueces puede congelarse para una mejor conservación.
¡Qué aproveche!
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