Este fin de semana ha tocado una escapada a Venecia. Tenía ganas de conocer la que dicen, que es una ciudad como no hay otra y me apetecía probar de primera mano la comida italiana, de la que soy muy seguidor ya hace tiempo.
Puedo asegurar que la experiencia ha merecido la pena y su gastronomía es realmente buena, obviando lo cara que es por regla general.
Nada más llegar al hotel de Mogliano Veneto, el pueblo donde nos hospedábamos, estábamos hambrientos pero al ser más de las 15:00 y estar todo cerrado, nos tuvimos que conformar con algo rápido.
El descubrimiento fue este tostoni. Es un sándwich XXL que en este caso llevaba proscciuto (jamón) queso y melanzane (berenjena), es decir siguiendo la típica receta de las pizzas a la parmigiana pero en formato sándwich. La verdad es que me pareció muy bueno y pude comprobar que el concepto de tostas y tostonis está muy extendido por la ciudad.
También nos habían recomendado que probáramos los helados de Venecia y eso hicimos. Tomamos uno simple de vainilla y uno de amareto, que podéis ver en la foto. Particularmente pienso que estaban buenos, pero no noté un cambio tan sustancial respecto a otras heladerías artesanas.
Llego la hora de cenar del primer día y nos apetecía comer una buena pizza italiana. Como algunos recordaréis la primera receta del blog, la pizza perfecta express, hizo honor a este plato y estando en Italia era más que obligado.
Al querer encontrar una buena pizzería, caímos en el error de buscarla por una de las vías principales, la que va desde la estación de Santa Lucía a la Piazza de San Marco. Digo que fue un error ya que aunque la pizza que comimos estaba buena y cenamos en un terraza con vistas al gran canal, lo cuál no tiene precio, el plato no cumplió del todo las expectativas.
Reservé este momento a mi pizza favorita, la cuatro estaciones, pero podía haber sido mejor.
Al día siguiente después de un buen desayuno continental en el hotel, nos fuimos a Murano, una isla famosa por su cristal. En esta ocasión nos encargamos de callejear para evitar restaurantes dirigidos a turistas, o que lo fueran lo mínimo posible.
Aquí comí unos macarrones con un buen pesto de verdad (con sus piñones y todo) y una sepia en su tinta sobre polenta.
Aunque es verdad que la presentación del segundo no es la mejor y puede dar lugar a segundas interpretaciones para aquellas mentes más "imaginativas", el conjunto resultó bueno y el producto era de buena calidad.
No me podía ir de Italia sin probar un auténtico tiramisú y aunque no soy mucho de dulce, cayó éste, que por cierto estaba muy bueno.
En esta zona aproveché para hacer unas compras y aunque no hay mucho comercio de productos de comida a la vista, el género se ve muy bien y está muy bien presentado. Ojo al color de esas alcachofas.
Ya por la noche, después de toda la tarde caminando, buscamos un sitio para cenar. Esta vez sí, buscaríamos una buena pizzería, de las de verdad.
Bajamos del vaporetto en el puente de Rialto y seguimos la vía que llevaba a Ferrovia. Tuvimos la suerte de ir pasando por diferentes tratorias, osterias y pizzerías, pero por alguna razón que otra no nos convencían.
Cuando ya parecía que lo habíamos pasado todo y empezamos a pensar que
teníamos que haber parado en alguna anterior, llegamos a la pizzería Vittoria, justo al otro lado del puente de Ferrovia, en un callejón de esos, tan típicos de la ciudad. El restaurante aseguraba estar en la cuarta generación de la familia y que la gente siempre volvía. Creo que era verdad ya que, el resultado fue espectacular y si vuelvo a Venecia seguro que caigo por ahí.
Aquí, además me animé a probar el Spritz, una bebida muy famosa en la zona. Consiste en una mezcla de Aperol o Campari, que es muy parecido al vermut, soda y prosseco. Me lo sirvieron en copa, con bastante hielo y aunque el primer sorbo me pareció amargo, luego me gustó lo suave que es.
Después pedimos una pizza carbonara, evidentemente sin nata (crema de leche) y con huevo. Muy buena, la verdad.
Pero sin duda lo que más me gustó de la cena fue la pizza de ricotta ahumada, setas y panceta, también ahumada.
Las setas estaban buenísimas pero el ingrediente protagonista sin lugar a dudas, la ricotta, ya que es lo que le daba ese toque tan diferente a la receta.
A todo esto le sumas una buena masa, fina, bien elaborada y hecha en un buen horno y sabes que te espera un buen homenaje.
Esto es UNA pizza.
Ya al irnos, como el vuelo salía del aeropuerto de Treviso hemos aprovechado para visitar el pueblo y han caído estos tallarines al vongole que estaban bien buenos.
Como todo no puede ser bueno, hay que decir que en sí, Venecia es extremadamente cara y que está tan enfocada al turismo que es difícil encontrar tiendas o restaurantes decentes, a buen precio.
En todo el viaje me acompañaban varias dudas.
Lo que se ve como turista es realmente lo que es?
Pagan los ciudadanos de Venecia los precios que he visto en general? O se hacen distinciones?
Espero vuestros comentarios.