Es de todos sabido que en casa de un bloguero cocinero no se repite plato... Bueno en realidad, eso lo sabemos los que nos dedicamos a ello y los que nos rodean. Éstos últimos sufren nuestros "extraños comportamientos", como el de fotografiar la comida antes de sentarnos a la mesa, pero también disfrutan probando nuestros platos día a día.
Y tan bien acostumbrados les tenemos a probar todo tipo de sabores, texturas, combinaciones de alimentos, y demás experimentos, que hemos conseguido que se conviertan en unos críticos "casi profesionales"...¡Vamos, que no se cortan un pelo en decirnos si algo no les gusta! Por supuesto, de aquellas preparaciones que no superan con buena nota el examen al que nos sometemos, no tendréis noticias porque directamente no se publican.
Y esta receta de albóndigas es uno de esos casos en que "la inspiración" me abordó de golpe. Sí, os prometo que tenía en mente preparar albóndigas, las de toda la vida, la receta de mi madre, pero me fui liando. ¿Os ha pasado alguna vez? (Os dejo enlace a la receta de albóndigas tradicionales, con sus patatitas fritas y todo).
Primero, mientras formaba las albóndigas se me ocurrió rellenarlas con queso de cabra, con lo que me gusta ese queso me estaba relamiendo de pensar en como quedarían.
Y después, en el momento de cocinarlas, se me ocurrió poner manzana, que últimamente me encanta utilizarla como guarnición de carnes y pescados porque además consigue que los platos sean más ligeros.
Terminadas las albóndigas, las emplaté y me fui con ellas a la mesa, no sin antes hacerles las fotos necesarias y volver a darles un golpecito de calor con el microondas porque después de la sesión fotográfica tienden a enfriarse.
¿Y qué pasa cuando por fin nos sentamos a la mesa? En ese momento toca observar minuciosamente las caras de nuestro críticos, buscando cualquier gesto mínimo que indique su aprobación o su desaprobación. ¡Menos mal, que se han acostumbrado a ser observados mientras comen!
Las albóndigas pasaron la prueba con nota y yo prometí repetirlas, pero... ¿Cuándo? Si nos quedan infinitas recetas por preparar y probar...
Esta entrada se la dedico a "nuestros críticos".
(Para 2 personas)
- 400 gr. de carne picada (en mi caso, carne mixta mezclada de cerdo y ternera)
- 1 huevos M
- 1 diente de ajo
- Perejil picado
- 25 ml. de leche
- Pan rallado (la cantidad la iremos calculando sobre la marcha)
- Harina (para rebozar)
- 100 gr. de queso de cabra
- 1 cebolla
- 2 manzanas
- Sal
- Pimienta negra molida
- Aceite de oliva virgen extra
- 100 ml. de vino blanco
El primer paso es formar las albóndigas. Para ello, adobaremos la carne con el diente de ajo picado, sal, pimienta negra molida y perejil. Dejaremos reposar la carne durante media hora, más o menos. Después le añadiremos el huevo batido y la leche. Lo mezclaremos bien, y por último añadiremos pan rallado poco a poco hasta conseguir una consistencia en la mezcla que nos permita formar bolas con ella.
Cortaremos en cubitos el queso de cabra. Cogeremos una porción de carne, la aplastaremos con las manos, pondremos en el centro un cubito de queso y cerraremos formando una bola, donde el queso quede en el interior.
Repetiremos el mismo procedimiento hasta acabar con la carne. Rebozaremos las albóndigas en harina.
Doraremos las albóndigas en una sartén con aceite de oliva y, al sacarlas, las pondremos sobre un recipiente cubierto con papel absorbente.
En una cacerola aparte, con aceite de oliva, pocharemos una cebolla picada y cuando empiece a dorarse añadiremos las manzanas cortadas en gajos. (Bien lavadas, podéis añadirlas incluso con la piel). Cuando hayan pasado un par de minutos, añadiremos el vino blanco y dejaremos que se reduzca. Añadiremos sal y 100 ml. de agua.
Cuando haya roto a hervir la salsa, bajaremos el fuego y pondremos las albóndigas dentro de la misma cacerola. Dejaremos que se hagan durante 10 minutos.
Si pasado ese tiempo, la salsa no ha quedado muy ligada, sacaremos las albóndigas y dejaremos que la salsa siga reduciéndose a fuego lento, hasta que adquiera consistencia.
En el momento de servir, pondremos las albóndigas en un plato y verteremos sobre ellas la salsa. Las acompañaremos con los gajos de manzana.
Esta vez sorprenderemos a nuestros críticos caseros con unas albóndigas que guardan una sorpresa en su interior, y para aquellos a los que les guste el contraste de sabores entre dulce y salado, ésta será una receta que les encantará.
Gracias por suscribirte, Un beso. Chus