Para mi hija, con todo el cariño de su madre.
Hace años, muchos ya y no digo cuantos, los de mi generación, aquellos niños de los años 50 y 60 a media tarde, bien cuando volvíamos del colegio lo primero que hacíamos al entrar en nuestras casas era pedir la merienda; creo que casi todos los críos de entonces tenemos clavado en el recuerdo a nuestras madres entregándote una hogaza de pan con unas cuantas pastillas de chocolate, a no ser pan con aceite y azúcar o pan con una naranja.
Ese chocolate de antes, las onzas como la llamábamos, no era con leche, ni con frutas, ni tan siquiera con frutos secos; era un chocolate marrón muy oscuro, unas pastillas gordas que no se partían fácilmente y que había que morder bien fuerte, con el consiguiente peligro de dejarte un diente de “leche” en el intento, aquellas tabletas de El gorriaga o La Campana. A no ser que fuese verano y se fuese derritiendo paulatinamente haciendo de los dedos un “chupa-chup” chocolatero.
Merendar y salir a la calle, con el pan en una mano y el chocolate en la otra, o ver la tele (en blanco y negro) donde juegos y canciones alusivas a tan fantástica y sano alimento, el chocolate, también alimentaba nuestro espíritu.
En la “tele” de los 60, Topo Gigio, ése dulce ratoncito que con su tierna “caída de ojos”, ya que le daba vergüenza, nos cantaba “El tren de chocolate”: “Ahí viene el tren de chocolate, cargado con pastel de cacahuate, ahí viene el tren de caramelos….cho c ocho co..ahí viene el tren de chocolate”.
Y en la calle, que era donde más se disfrutaba entonces….jugar a la rueda y cantar: “El patio de mi casa, es particular que cuando llueve mucho se moja la mitad…agachaté y vuélvete a agachar…..Chocolate, molinillo, corre, corre que te pillo……”
Mi especialidad, jugar con varias pelotas a la vez contra la pared y cantando: “pan, chocolate, chocolate y pan”…yo tengo un carro y una carreta y un par de mulas campanilleras……
Juegos, canciones, meriendas infantiles….. me gusta escribir sobre los recuerdos, mis recuerdos, los de la infancia.. Dicen que “la verdadera patria del hombre, es su infancia”
En éste blog, en “Mi cocina” hago mi pequeña patria y en la infancia de los mios, está presente como lo estuvo en la mía el chocolate.
Y continúo con ésta semana llena de hojaldre, en ésta ocasión relleno de crema de chocolate con naranja, dándole un “toque” de avellanas, una merienda completa.
¿Cómo los hice?
Con una lámina de hojaldre de una gran superficie (refrigerada, no congelada).
Cortarla en trozos, doblarlos sobre sí mismo.
Pintarlos con huevo batido, espolvorear con azúcar y avellanas molidas (si son tostadas con sal, salen riquísimas)
Colocarlas sobre papel de hornear y meterlas en el horno previamente calentado a 180ºC durante quince minutos aproximadamente, cuidando que no se quemen las avellanas.
Sacarlas y dejarlas enfriar. Mientras:
Preparar la crema:
Mezclar en una batidora dos huevos, dos vasos de leche, tres cucharadas soperas de azúcar, una cucharada sopera de maicena, medio vaso de zumo de naranja y cuatro cucharadas soperas de cacao (chocolate en polvo), procurando que quede homogénea la crema.
Ponerla en una cacerola y removiendo constantemente, llevar a ebullición durante uno o dos minutos.
Dejar templar y rellenar una manga pastelera.
Rellenar con la manga el hojaldre (Para quienes se aventuren a preparar el hojaldre, les aconsejo sigan estos pasos, la receta tan bien explicada en el blog: www.webosfritos.es/2009/01/mi-hojaldre. )
¡¡ Vuelvan a la niñez y disfruten del chocolate !!