¿Y cómo es posible que existan tantas 'mejores' tortillas de patata habiendo una sola y sencilla receta? Porque, y aquí está el secreto, en cada cocina se ajustan los ingredientes y la elaboración a los gustos de los comensales de la casa, dando como resultado tantas recetas de tortillas perfectas como personas que las comen y preferencias existen: cuajada, sin cuajar, con o sin cebolla, con salsa, sin ella...
Si crees que estamos exagerando, vamos a intentar preparar aquí una receta de tortilla de patata que pueda gustar a todos. ¿Crees que podremos? Hagamos la prueba.
Cortamos las patatas
Lo primero que vamos a hacer para preparar nuestra tortilla de patata es pelar las patatas y cortarlas para freírlas. Y ya nos surge el primer escollo: cómo cortar las patatas. La tortilla de patatas perfecta para ti puede que lleve la patata cortada en rodajas muy finas; pero puede que la más rica que ha probado nunca tu amigo sea con las patatas cortadas en cuadrados. Incluso, estará ese colega que le da igual cómo esté troceada.
¿Con o sin cebolla?
Este tema ha hecho que se pierdan amistades de años porque no hay debate más encarnizado que el de los defensores de la tortilla de patata con cebolla frente a los que no pueden ni olerla. Además de un debate sin fin, elegir si añadimos o no este ingrediente, nos lleva a que podamos obtener de por sí dos mejores tortillas de patata de sabor diferente.
Vamos a freír
Un paso indispensable es freír las patatas (y la cebolla si te gusta con ella), en abundante aceite bien caliente. ¿Y ya? No, aquí también podemos obtener una tortilla con matices distintos si empleamos aceite de oliva más o menos suave o si preferimos uno de semillas como el de girasol.
A batir huevos
Antes de mezclar la patata frita con los huevos, conviene batirlos. No hemos oído mucho debate en torno a este paso nunca, pero igual sí lo existe. Lo que sí pasa en algunas cocinas es que aprovechan este paso para dar su toque personal y conseguir un efecto final diferente en la tortilla. Por eso, hay quienes añaden un chorrito de leche al huevo para que al cuajar la tortilla quede más jugosa; o hay quienes ponen un poco de levadura de repostería o polvo de hornear para que quede más esponjosa.
Llega el momento clave: cuajar la tortilla
Ya hemos mezclado huevos y patatas y nos disponemos a cuajar la tortilla en la sartén. No entraremos a conocer cuál es el método más seguro o apropiado para darle la temida vuelta a la tortilla, pero sí que habrá que elegir el punto exacto de cuajado de la misma. En este punto, existe otro debate, quizás menos duro que el de cebolla sí o no, que da lugar a tortillas 'preferidas' muy distintas: con el huevo casi sin cuajar, extremadamente jugosas, o totalmente cuajado con el resultado de una tortilla muy muy compacta, teniendo en cuenta, además, todos los niveles intermedios que puedan existir.
¡A comer!
Ya tenemos la tortilla preferida de cada uno hecha y toca el momento de 'hincarle' el diente. ¿Pensabas que ya habíamos terminado de elegir? No, porque también existen gustos distintos de tortillas dependiendo de cómo se coma. Por ejemplo, hay quienes no la conciben sin un buen trozo de pan o directamente en bocadillo.
Nosotros no lo dudamos y nos decantamos por degustarla junto con nuestra salsa favorita, la ajonesa, que aporta a la tortilla de patatas el toque justo pero delicioso del ajo. Y ya si la rematamos con unos pimientos verdes fritos, ¡triunfaremos!
Como habrás podido comprobar existen tantas posibles variaciones a la hora de hacer una tortilla e, incluso, de degustarla, que es normal que existan tantas tortillas de patata perfectas. Así que piensas que la que comes en tu casa es la mejor que has comido nunca, seguro que estás en lo cierto.
Y tú, ¿te animas a probar la tortilla de tu casa con ajonesa?