Vaya nombre historiado que le he dado a esta receta, parece un plato de esos de restaurante que luego son muy monos pero que te dejan con hambre... Pues nada que ver, este es un plato supersencillo de hacer y lo del hambre... pues dependerá de lo que te sirvas y lo que comas. Ahí el estómago de cada uno.
En realidad es un plato que hace quedar muy bien y la manera de cocinarlo, en papillote, da una jugosidad al solomillo extra. Esta pieza de carne que suele pecar de "sequerona", como decimos por aquí, se vuelve un bocado exquisito y tierno ya que se cocina con sus propios jugos.
Las ventajas de cocinar en papillote son muchas: es rápido, limpio, tiene menos grasas ya que se cocina con los vapores propios de cada ingrediente y sobre todo es jugosa, porque todo el sabor se concentra. La técnica es fácil, consiste en cerrar diferentes alimentos en un recipiente de forma hermética y cocerlos al horno dentro del mismo. Lo normal es hacer un paquete con papel sulfurizado o papel de aluminio, consiguiendo no sólo potenciar el sabor sino también acelerar los tiempos de cocción que no suelen pasar de la media hora.
Aunque es un procedimiento muy popular entre los chefs, se suele emplear más con pescados y verduras que con carnes, aunque ya digo que aplicarlo en ellas aumenta su jugosidad y sabor.
Además, a nuestro solomillo le he preparado una salsa de paté y mostaza antigua que ha "completado" el plato y el resultado parecía uno de los de "vestir", de "mejor familia", jeje.
Pues ya verás que enseguida lo tenemos cocinado. Yo he usado:
Para el papillote:
- Un solomillo grandecito de cerdo y si es ibérico mejor, más sabor.
- Un tarrito de paté. A mi me gusta usar para este plato el de finas hierbas ya que las especias que suele contener dan buen sabor a la carne. El de pimienta también lo he usado en alguna ocasión y también está bueno.
- Un paquete (sobra alguno) de bacon o, si lo preferimos, podemos comprar panceta loncheada muy fina.
- Sal
- Tomillo
- Pimienta
Para la salsa:
- Dos cucharadas de cebolla fresca picada.
- Nata (crema de leche).
- Una cucharada generosa de mostaza antigua.
- Las "sobras" del paté que hemos usado para el solomillo.
- Sal.
Comenzamos con la carne. La necesitamos abierta en forma de libro. Podemos pedir al carnicero que la abra o hacerlo nosotros en casa, como prefiráis. A veces, lo he preparado abriéndolo únicamente por la mitad y metiendo allí el relleno, pero queda mejor si elaboramos un "rollo" como el que os explico.
Una vez abierto el solomillo, lo extendemos y lo salpimentamos, añadiendo además un poco de tomillo que es una especia que me encanta usar para las carnes rojas. Es la hora del paté, que untaremos encima del solomillo siendo generosos.
Enrollamos nuestro solomillo y lo cubrimos con las tiras de bacon.
Esta será la base del papillote que cubriremos con papel de aluminio, encerrándola bien por todos los lados para no perder el efecto que deseamos. Si introducimos algún ingrediente más en el paquete podemos añadir sabores. Se me ocurre que alguna verdura (tomate, cebolla, zanahoria...) podría quedar bien pero, ya os digo, si no os apetece experimentar esto sale muy rico sin añadir nada más.
Metemos en el horno precalentado a 200º y dejamos media hora. Luego abriremos el paquete y aparecerá nuestro jugoso solomillo que podemos comer solo o añadirle nuestra crema de mostaza antigua.
Para hacer la salsa, sofreímos la cebolla picada y, cuando esté, le añadimos la mostaza antigua.
Removemos unos segundos e incorporamos la nata (crema de leche), bajando el fuego a la mitad. Cuando empiece a hervir, echamos el paté y removemos hasta que esté completamente ligado a la salsa. Probaremos y sazonaremos según nuestro gusto.
Pues ya está. Como os dije, muy resultón pero más fácil de hacer.