Es el equivalente en peso a dos huevos y medio de gallina y su sabor es muy similar, pero hay alguna diferencia entre ellos. El porcentaje de yema es mayor, por lo tanto el de clara es menor que en los huevos de gallina y la mayor untuosidad también es claramente apreciable.
Si te gustan los huevos, con los de oca vas a disfrutar. Los huevos de oca pueden utilizarse como los de gallina pero a nosotros nos gusta otorgarles un lugar más protagonista en el plato.
En esta ocasión lo hemos hecho sobre una panadera suave de patata, cebolla y calabacín y acompañado de unas láminas de jamón de pato.
Ingredientes:
1 huevo de oca.
1 patata grande.
1/2 cebolla.
1/2 calabacín.
100 gr. de jamón de pato.
aceite, sal y pimienta.
Cortamos en láminas finas la patata, la cebolla y el calabacín y las cocinamos despacio en abundante aceite hasta obtener una panadera en el punto que nos gusta. La colocamos sobre papel absorbente, la salpimentamos ligeramente y la introducimos en el horno apagado, pero caliente, para que no pierdan temperatura.
Cortamos el jamón de pato en láminas no demasiado finas y las reservamos.
Ponemos aceite en una sartén y cuando esté caliente ponemos a freír el huevo de oca. En esto de los huevos fritos, cada uno tiene sus preferencias y manías así que tenéis carta blanca para hacerlo como queráis, a fuego fuerte y con puntillitas o casi confitado. Nosotros, en esta ocasión lo hemos hecho a fuego medio hasta que hemos visto la clara cuajada.
Montamos el plato con la panadera debajo, el huevo sobre ella salpimentado ligeramente y el jamón de pato encima.
Cortar unas rebanadas de pan y a la mesa. No dejéis que se enfríe y disfrutad de cada bocado de esta delicia.
Después se recomienda un paseito para intentar soltar alguna de las calorías ingeridas pues, como tú bien sabes, todas estas cosas tan ricas tienen un poquito más de grasa de la recomendable.