Esta receta es un gran clásico alemán; es el pan de cerveza alemán, con el añadido de la cebolla doradita en mantequilla. Se llama Bierzwiebelbrot o Bier- und Zwiebelbrot y ¡ay mamá, si se pudieran capturar los olores en una foto! (Si me imaginas babeando, no estás equivocado). Lo mejor, además de lo buena que está, es que es una receta de pan rapidísima; incluso si te mueves a paso de tortuga en la cocina, no te puede llevar más de 1 hora y 1/2 en total, ya que no tiene que levar ni hay que amasar. A la gente que no tiene costumbre de cocinar, le da respeto hacer pan, pero este lo puede hacer cualquiera, de verdad.
Normalmente, en mi blog intento que, por los ingredientes y/o procedimientos, las recetas sean ligeras. Hago excepciones con las recetas clásicas de mi abuela y en este reto, el de Cocinas del mundo, porque en este caso, le concedo mucha importancia a reflejar los sabores tradicionales y las formas de cocinar de la gastronomía del país elegido, en este caso mi país vecino: Alemania (Deutschland). Así que, aunque normalmente no cocine con mantequilla, hoy veréis que lo hago sin reparos jeje
Bueno, como siempre, hay muchas versiones de las recetas más tradicionales; hay quien usa cerveza negra, pero a mí no me gusta el gusto amargo de esas cervezas, así que me apunté al club de los que prefieren hornear con birra rubia y baja en alcohol. Podéis probarlo varias veces con distintas cervezas y ver cuál os gusta más. Desde luego, así como lo he hecho yo, lo puedo recomendar, porque queda de vicio. Está basada en esta y esta.
410 g de harina leudante, la que ya lleva levadura y sal
Una lata de 33 cl de cerveza rubia baja en alcohol; en mi casa una rubia con un 2,7% de alcohol, en concreto una Pilsner light (Pils/Pilsener).
4 cucharadas de mantequilla (por mí, con sal)
300 g de cebolla (330 con piel)
3 cucharadas de azúcar
Opcional: 1/2 cucharadita de hojitas de tomillo
La preparación:
1. No perdamos tiempo: Lo primero pondremos a precalentar el horno a 180º.
2. Picamos la cebolla en trocitos del tamaño aproximado de media uña del dedo pequeño; no hace falta que queden todos uniformes.
3. Derretimos 2 cucharadas de mantequilla en una sartén a fuego medio y entonces añadimos la cebolla picadita. El objetivo es que quede tierna y doradita; mi truco para acelerar el proceso es mantener la sartén tapada unos cuantos minutos a fuego medio-alto y, cuando la cebolla ya esté medio tierna, retiramos la tapa y bajamos una pizca el fuego a medio y pasados unos minutos, removemos. Así alcanzaremos el color doradito y la tendremos tierna en poco más de 5 minutos. Cuando estemos satisfechos, retiramos la cebolla de la sartén y dejamos que se vaya enfriando un poco (si tenemos prisa, extendemos la cebolla sobre un plato plato y lo metemos al congelador).
4. Con unas varillas, mezclamos la harina, el azúcar y la cebolla fría. ¡Ah! Y el tomillo, si queremos, que le da un buen toque.
5. Añadimos la cerveza y mezclamos bien hasta que se forme una masa.
6. Engrasamos un molde y vertemos la mezcla en él.
7. Horneamos a 180º durante 50 minutos.
8. Sacamos nuestro pan del horno y con un cuchillo, un palillo o algo así, hacemos unos 10 agujeros en la superficie. Ahora es cuando entran en acción las otras dos cucharadas de mantequilla; las repartimos por la superficie y dejamos que se cuele por los agujeros.
9. Le damos los últimos 5 minutos en el horno. ¡Y ya está!
10. Dejamos enfriar durante 60-90 minutos, preferiblemente fuera del molde y sobre una rejilla para que no sude. Si cortamos mientras esté caliente, se romperá.
La verdad es que está tan bueno, que sin nada se disfruta, pero os chivo que con mantequilla y queso está riquísimo ;)
¡Buen provecho!
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Bergua*