Aquella maldita noche, con qué mala fortuna, hubiera podido ser peor, aún hay que dar gracias, no me puedo quejar, en un momento te cambia la vida, pero estoy vivo...
Todas esas frases las había repetido muchísimas veces a sí mimo y a los demás
Cuando eres el cocinero de un restaurante de cierto renombre en la ciudad y una noche, a la hora del cierre sufres un infarto y caes desplomado "con tan mala fortuna" que te golpeas en la cabeza y como consecuencia la pituitaria deja de hacer su función, entonces tienes un verdadero problema
El problema ya no es el corazón y pasa a serlo la pituitaria amarilla, esa pequeña glándula que hace que dos de nuestros sentidos funcionen: gusto y olfato
Y no me negarán que esos dos sentidos son de vital importancia para un cocinero
Todo por lo que has luchado en la vida se viene abajo
Toda tu pasión, tu entrega y devoción quedan fulminadas por no caer del lado adecuado mientras que te da un infarto
Te deja con vida, te deja seguir adelante, eso si, no hay problema
Pero no como tu querías, eso si que no
Alguien, no sabemos quién, ha decidido que eso se ha acabado
Se ha acabado hacer los mejores platos de la ciudad y eso de disfrutar con la comida, también, olvídate
Ese pequeño hijo de puta, que anda jodiendo la vida a quién él decide, ese mismo, ha decidido que vivas de otra forma, o mejor aún, que te jubiles
Y aún te dicen que igual ha sido por tu bien, que la vida te ha dicho que tenías que parar, que ahora te toca disfrutar de la vida, de la familia, de los amigos...
¡Claro que si, señores!
Por lo visto, él no disfrutaba de nada. Pasaba por la vida sin mirar
Pero si el vivía por y para la cocina, si su pasión era estar entre fogones dando alegría y satisfacción a sus clientes y a su familia
¿Cómo que la vida ha decidido por él? ¿Por qué?
De esto han pasado ya muchos años
Ya casi no recuerda la rabia, la frustración y las lágrimas
Cualquiera que lo conozca y conozca su historia no puede creer cómo disfruta al comer, cómo elige cuidadosamente lo que pondrá en su plato ese día. Con que delicadeza se lleva la comida a la boca
Nadie puede creer que aún cierre los ojos al saborear alguna delicia
Porque quien le arrebato los dos sentidos más importante para él, se olvidó de robarle la memoria
Y como un ciego que pierde la vista habiendo conocido los colores, él no podrá olvidar jamás el sabor de nada que hubiera probado antes
Era su pequeña venganza
PD de La Farsa
Este cuento está basado en un hecho real
Un hombre amable, divertido y que dejan huella por muchos años que pasen
Y han pasado más de diez años desde que lo conocí en un maravilloso viaje a la India
¿Con una bola de helado? Una opción deliciosa
INGREDIENTES
700 g de manzanas granny smith
1 cucharada de ron
1 cucharadita de zumo de limón
2 huevos
80 g de azúcar
20 g de mantequilla
1 cucharadita de extracto de vainilla
100 ml de leche
70 g de harina
1 cucharadita de levadura
1 pizca de sal
ELABORACIÓN
Pelar y quitar el corazón de las manzanas
Laminar y ponerlas en un bol
Rociar con el ron y con el zumo de limón
Dejar macerar
Batir los huevos
Agregar 50 g de azúcar
Batir hasta que blanquee
Añadir la mantequilla ablandada a temperatura ambiente
Añadir la vainilla
Batir
Añadir la leche en un hilo
Seguir batiendo
Tamizar la harina, la levadura y la sal
Incorporar a la masa
Batir
Reservar 12 láminas de manzana
Preparar la cubeta
Pulverizar con spray para desmoldar
Colocar un círculo de papel horno
Colocar la mitad de láminas de manzana encima del papel horno en forma de roseta
Verter la mitad de masa por encima
Colocar el resto de láminas de manzana
Verter el resto de masa
Colocar las láminas de manzana que teníamos reservadas
Espolvorear el resto de azúcar que reservamos
Menú Horno 45 minutos
Receta adaptada de la revista Postres Lecturas nº 20 pág.72