Y los blogs se dividen en dos bandos: los de las recetas tradicionales y los de las recetas temáticas para Halloween.
Como nunca he sido de extremos y me gusta encontrar un punto de equilibrio intento alternar recetas tradicionales con otras más simpáticas y divertidas a ojos de los niños y de los adeptos de Halloween. Me niego a cosas gore y de dudoso gusto.
Y ya se sabe, un blog se nutre de recetas y tiene que haber para todos los gustos.
El año pasado le tocó el turno al Pan de muerto así que este año toca un guiño a Halloween con esta tarta telaraña.
Además os voy a contar una historia de miedo. Al menos a mí miedo me da.
Hace unas semanas hablé con una amiga.
Nos conocemos desde los quince años y ni el paso del tiempo ni la distancia ha conseguido que perdamos el contacto.
Bien es cierto que ahora es más esporádico, pero ahí seguimos.
Hace dos meses que necesita bastón para caminar. Lleva tres años pasando varias veces por quirófano y no mejora.
La cosa va a ir a peor.
Tiene 39 años. Como yo.
No es justo.
En realidad la vida no es justa.
Y vivimos como si siempre hubiera un mañana en el que hacer las cosas que hoy dejamos ya sea por pereza, por falta de motivación... por excusas tontas al fin y al cabo.
Y la vida es tan hija de la Gran Puttana que en un segundo te trunca los planes.
Hablar con ella me ha dado una lección de vida y de superación que no se paga con nada.
Siempre he sido muy de vivir el momento pero me daréis la razón en que llega un punto en la vida en el que entras en cierto bucle, te acomodas en tus rutinas, surgen más responsabilidades... y acabas por dejar cosas para mejor ocasión.
La mejor ocasión es hoy. Para ponerte tacones, para tomarte otro café, para llevar vestido, para comerte un helado, para mandar un mensaje a esa amiga con la que hace mil que no hablas, para pintarte los labios de rojo, para salir a tomar una cerveza, para dejar la ropa por planchar y salir a correr...
¿Son tonterías? Seguramente. Pero para mí son trocitos de felicidad. Absurdos quizá. Al alcance de la mano hoy. Tal vez mañana no pueda caminar con tacones porque mis piernas se nieguen o no pueda alisarme el pelo porque se me haya caído.
No sé qué me depara el futuro, y ser joven no te asegura tener tiempo.
Tampoco estoy descubriendo nada nuevo. Tempus fugit. Pero cuando ponemos nombre y apellido y nos toca de cerca miras el mundo con otra perspectiva.
A mí esta historia me da más miedo que cualquiera que me podáis contar en esta semana.
Así que aquí estoy viviendo mi día a día y llenándolo de esos absurdos trocitos de felicidad que quizá mañana ya no me pueda permitir.
Y quien dice felicidad dice postre ¿o no?
Servido está.
Quizá no seáis muy seguidores de Halloween, pero a esta tarta no le podéis decir que no.
Lo llevo viendo un montón de años en blogs y redes sociales (bueno, ahora en redes menos, que me dedico más a la vida real, pero este tema lo dejamos para otro día) y le tenía muchas ganas.
Ya sabéis que yo soy de coger las ideas y de adaptarlas a lo que nos gusta y a lo que tengo en casa.
¿Queréis un ejemplo? Pues lo habitual es hacer esta tarta con un molde redondo, al menos es como siempre la he visto.
Aquí está la mía.
Rectangular.
Seguramente es un detalle que si no comento nadie lo ve (modo ironía ON) pero tenía una masa rectangular y un molde sin estrenar que me estaban llamando a gritos.
Además lo de seguir la norma nunca fue conmigo.
Es aburrido.
Y a mí me gusta volar por libre.
Además he intentado hacerla lo más saludable posible.
Siempre repito que un postre, por definición, es pecaminoso, pero siempre hubo clases de pecados (o eso creo, que hace muchos años que paso de este tema) y en el tema dulce no iba a ser diferente.
Darle la forma de telaraña es de lo más fácil y divertido.
Con estar mínimamente pendiente de no cambiar los cucharones de bol el éxito está asegurado.
Porque hacer la masa es tarea hasta para el más torpe entre fogones.
Y por supuesto se puede hacer en un molde redondo. E incluso prescindir de la masa quebrada y ponerle una base de galleta.
Lo bueno de esta receta es que puedes hacerla como te rote, adaptándote a lo que tengas a mano.
También puedes hacer remolinos con el palillo y ya no será una tarta telaraña, sino una tarta marmolada ideal para cualquier ocasión.
¡No os puedo dar más opciones!
El resultado me ha gustado bastante, no ya la estética, sino la textura y el sabor.
Pero siendo tan fan de la calabaza y partiendo de que la combinación con el chocolate es apuesta segura pocas cosas podían ir mal.
Espero que os haya gustado mi propuesta para este año. Ya dice el refrán que hay que dar una de cal y otra de arena, aunque yo nunca he sabido cuál se supone que es la buena, así que si alguien me lo explica se lo agradeceré.
Espero que disfrutéis mucho de la festividad de Todos los Santos, con nuestras tradiciones y costumbres. Y el que guste de celebrar Halloween que pase una noche de miedo y de risas, que todo hace falta en esta vida.
¿Un trozo de tarta para ir abriendo boca?
Ingredientes:
* 1 lámina de hojaldre o de masa quebrada.
* 450 gramos de calabaza asada
* 500 gramos de leche evaporada
* 3 huevos
* 1 cucharadita de canela
* 1/2 cucharadita de nuez moscada
* 1 pellizco de jengibre
* 110 gramos de sirope de ágave
* 150 gramos de harina
* 30 gramos de cacao en polvo (para la masa de chocolate)
* 30 gramos de harina (para la masa sin chocolate)
Elaboración:
1. En un bol amplio o en la jarra de la batidora (si tenemos batidora americana) ponemos todos los ingredientes menos la harina y el cacao (y el hojaldre, evidentemente) y batimos hasta obtener una mezcla cremosa y sin grumos.
2. Añadimos 150 gramos de harina y mezclamos hasta integrar.
3. Dividimos la mezcla en dos partes y a una añadimos el cacao y a otra los 30 gramos de harina y mezclamos hasta integrar.
4. Forramos el molde que vayamos a utilizar con la lámina de hojaldre y con ayuda de dos cucharones (uno para cada masa) vamos vertiendo las masas de manera alterna y siempre en el centro del molde.
5. Una vez hayamos acabado con la ayuda de un palillo de madera o la punta de un cuchillo trazamos líneas rectas desde la masa que ha quedado en el centro hacia los extremos para darle el aspecto de tela de araña.
6. Introducimos en el horno precalentado a 180º C y horneamos durante unos 35 minutos. Apagamos el horno y dejamos 10 minutos con la puerta cerrada.
7. Entreabrimos la puerta y dejamos diez minutos más. Sacamos y dejamos enfriar por completo sobre una rejilla.
8. Una vez frío tapamos con film transparente y dejamos reposar en la nevera. Mejor de un día para otro.
A mí este tipo de tartas me gustan más cuanto más reposan.
Y como os he dicho no es un postre especialmente complicado y queda bastante vistoso.
Requiere básicamente concentración para alternar las masas sin liarla parda, que es lo que habitualmente pasa en mi casa. Pero con niñas es lo normal ¿no?
Espero que disfrutéis mucho de este puente con recetas tradicionales o temáticas, pero lo importante es poner un punto dulce en nuestra vida, que lo amargo llega solo.
Gracias a todos por seguir aquí una semana más ¡Sed felices! Nos leemos el jueves próximo
Manos a la masa y ¡bon appétit!