El color, aroma y sabor, así como sus sanas propiedades, hacen de la fruta un alimento irresistible. Sin embargo, muy a menudo, se estropean y no queda más remedio que deshacerse de ellas. Una buena alternativa para conservarlas y degustarlas, es en forma de mermeladas, una preparación que perdura bastante tiempo inalterable. La fórmula es sencilla: una mezcla de fruta cocida y azúcar.
Aunque la producción industrial de las mermeladas está muy extendida y por ello podemos encontrar numerosas variedades en cualquier supermercado, muchos son los que prefieren hacerlas por sí mismos, logrando un producto mucho más natural. El proceso es algo laborioso, pero con un poco de paciencia tendrás una despensa deliciosa.
La elección y preparación
El primer paso es elegir el tipo de fruta, preferentemente, fresca. En este sentido, no hay más limitaciones que nuestros gustos: desde las más típicas de melocotón, fresa o ciruela pasando por los cítricos, frutos secos o las hortalizas como tomates, zanahorias o cebolla. Lo mejor para preparar la mermelada es que la fruta esté madura, no muy blanda, y con color y aroma fuertes, que son indicativos del buen sabor.
La fruta seleccionada se pela, se retiran los huesos o pepitas y se trocea. Conviene, también, triturar la pulpa ligeramente para que espese mejor. Luego, se deja macerar en la misma cantidad de azúcar para que suelte jugo. Es adecuado añadir un chorrito de limón para prevenir la oxidación.
La cocción y conservación
A continuación, se pone a hervir. Realizar correctamente la cocción es fundamental para lograr una buena mermelada. El tiempo en el fuego dependerá de la cantidad de agua que contenga la fruta, así como el nivel de pecticina. A más agua, más tiempo, ya que se tiene que evaporar para que espese la mermelada y, a más peticina, menos, puesto que ese componente es espesante.Para la conservación en frascos de cristal de las mermeladas, primero deben esterilizarse los recipientes de cristal, hirviéndolos. A continuación, se vierte la mermelada en ellos, se cierran bien y se calientan al baño María unos 20 minutos para conseguir el sellado hermético. De esta forma, las mermeladas pueden durarnos mucho tiempo.
Su uso en la cocina
Fuente: Alisa Anton
El empleo de mermeladas en la cocina se asocia directamente con el consumo de tostadas y galletas, para desayunar o merendar, ya que son untables y aportan a ambos alimentos un sabor excepcional. En general, la repostería cuenta con la mermelada como uno de sus ingredientes principales. Pero algunas, como la de frambuesa, se usan cada vez más como acompañamiento de patés, para dar un exquisito contraste de sabor. Las mermeladas de hortalizas como la de zanahoria, la de cebolla o la de tomate, se han puesto muy de moda, ofreciendo en la gastronomía un amplio abanico de posibilidades, ya que se pueden añadir tanto a carnes como a pescados, quesos, tortillas o ensaladas.
A pesar de que en la cocción se pierden algunas de las propiedades de la fruta, las mermeladas son una forma deliciosa de incorporar a nuestra dieta uno de los alimentos que se deben consumir hasta cinco veces al día.
Recetas:
Mermelada de ciruelas
Mermelada de cerezas
Mermelada de naranja
Mermelada de cebolla
Mermelada de tomate
Hojaldre de cambembert, mermelada y cebolla caramelizada
Layer de chocolate y mermelada de naranja
Mini pizza con mermelada de higo y jamón
Brazo de merengue y mascarpone con mermelada de arándanos
Croissant rellenos de queso de cabra y mermelada de pimientos rojos
Lomos de bacalao con mermelada de pimientos confitados con vinagre de Jerez