Y no será porque no haya cocinado, porque si me has visto por Tweeter, Facebook o Instagram, no he parado de colgar fotos (sobre todo de panes). El caso es que llegaron las vacaciones de Navidad (bueno, lo que se dice vacaciones...) y tuve un parón importante; y después diversas circunstancias me han tenido alejada del blog, pero espero que esto sea como montar en bici y no olvide lo que es hacer una publicación semanal, que ahora me parece una burrada.
La culpa de esta entrada la tiene Bea, la vet-T61, compañera de carrera. Es mi mayor flan en Facebook, la tía no para de proponerme cosas... y ya me gustaría tener tiempo para hacer por lo menos la mitad de recetas que quiere que pruebe, así que esta entrada se la debo.
Al final los Reyes Magos me trajeron el libro de Pan Casero de Ibán Yarza, amén de otros artículos cocinillas y panarras con los que espero darte la brasa. Si no has hecho pan nunca, es un buen punto de partida; este hombre te explica con mucha humildad y sin perderse en muchos tecnicismos en qué consiste todo el proceso de hacer pan, pero tampoco se queda corto. Es más, leyendo el libro te dan ganas de indagar más aún, ya que en todas sus recetas te sugiere variantes para que puedas personalizar tus panes.
Esta receta es para los que, sabiendo hacer un buen bizcocho, les da respeto hacer pan.
Todos en mayor o menor medida hemos sentido curiosidad, que podemos haber satisfecho con una amplia variedad de resultados. Con este pan no hay error puesto que, a pesar de llamarse pan, no es una masa fermentada. La acción química de los gasificantes consigue un pan de molde bastante esponjoso y aromático.
Eso sí, para diferenciarlo de un bizcocho más es importante que uses harinas con carácter: trigo integral, espelta, centeno. Así conseguirás un sabor auténtico a pan en menos de una hora,... ¡y con cero amasado!
Por variar un poco la receta le he puesto muesli, que le da un toque muy característico con la avena y las pasas, y que le va genial al queso. Por supuesto, lo puedes hacer sin el muesli, que es la receta original, o añadiendo más cosillas: nueces, pepitas de chocolate, especias,...
Te encantará si te gusta el pan de molde, además queda una corteza crujiente que no esperarías de esta preparación. Y si ves que empieza a perder su encanto, tuéstalo para devolvérselo.
Ah, el molde lo compré en el Lidl Discount por 3 euros, es metálico antiadherente y toda una inversión para hacer pan de molde (como que me llevé dos para aprovechar al máximo el calor del horno). Con un molde de silicona no te quedará igual...
Ingredientes para un molde rectangular de 22 cm:
- 245g de harina integral de trigo
- 105g de harina panificable (puedes usar harina de trigo que veas con un 10-11% de proteína en su composición, para no complicarte)
- Un sobre de levadura química (15g)
- 300ml de agua
- 35g de miel
- 7 g de sal (como una cucharadita rasa de postre)
- 75g de muesli (como 3 cucharadas colmadas, aunque si le pones 4 mal no le vendrá)
Precalienta el horno a 220ºC y cuando lo tengas a punto, mezcla todos los ingredientes en un bol, empezando por los secos y terminando con el agua. Realmente da igual, como si lo quisieras mezclar todo en el mismo molde donde lo vayas a hornear; es cuestión de manía porque en cuanto el agua toca la levadura química, esta empieza a hacer efecto. Te quedará una pasta espesa, más que la típica masa de bizcocho.
Si el molde crees que va a traicionarte, engrasa y enharina antes de repartir bien la masa y espolvorea harina por encima.
Hornea a media altura durante 40 minutos, y si ves que se tuesta demasiado, tapa con papel de aluminio.
Deja enfriar antes de desmoldar, y si puedes resistirte a cortar una rebanada, es que no eres de este mundo.