Pechugas Marinadas con Miel, Soja y Mostaza
Después de un fin de semana por mi Guijuelo querido disfrutando de la familia y del buen jamoncito, comenzamos la semana de la forma más deliciosa posible con una receta muy sencilla y sana, pero, a su vez, riquísima.
La combinación de sabores es estupenda: el toque picante de la mostaza va genial con el dulzor de la miel y la textura es fantástica: unas pechugas súper jugosas y deliciosas.
Para completar tu menú, ahora que empieza el solecito, puedes acompañar esta delicia abriendo la temporada de sopitas frías con estas tres propuestas que ya compartí anteriormente: Sopa fría de pepino ymanzana, Sopa fría de espinacas y mango y, para los amantes del aguacate, Sopa fría de aguacate. Todas estas opciones son una forma fantástica de completar un menú de una manera saludable, original y rica en nutrientes de calidad.
Puedes hacer como yo y preparar varias pechugas para ir consumiendo a lo largo de la semana o congelar para tenerla lista cualquier otro día que no te apetezca cocinar.
Para esta receta, te dejo el paso a paso en fotografías para que veas lo sencillísimo que es marcarte un plato estupendo para toda la familia.
Vamos a ponernos manos a la obra, coge papel y boli y, ¡al lío!
Ingredientes (4 personas – 1 pechuga/ración):
4 pechugas de pollo grandecitas
4 o 5 cebollas
1 cucharada sopera de salsa de soja
1 cucharada sopera de miel
2 cucharaditas de postre de mostaza (con o sin semillas, la que más te guste)
¼ cucharadita de postre de tomillo
1/2 cucharadita de postre de pimentón (he usado picante, pero puedes usar dulce si no te van mucho los sabores picantes)
1/2 cucharadita de postre de albahaca o perejil
Sal y pimienta al gusto
Procedimiento:
Lo que primero vamos a hacer es preparar la cebolla, ya que es lo que más tarda. Para cocinarla es fundamental que utilices una sartén antiadherente para asegurarnos no utilizar ni gota de aceite y así hacer esta receta mucho más ligera en cuanto a su aporte calórico.
Pelamos y lavamos las cebollas, las cortamos a la mitad y picamos en juliana finita (para que no tarde tanto en cocinarse).
Ponemos la cebolla en la sartén y tapamos. Cuando empiece a hacer ruido porque comienza a cocinarse, bajamos el fuego y lo ponemos bajito para que no se queme y se vaya cocinando con el agua que suelta.
De vez en cuando, vamos removiendo la cebolla para evitar que se pegue y asegurarnos que se cocine por completo.
Mientras tanto, prepararemos el marinado de las pechugas para que tengas un sabor más intenso.
Para el marinado, mezclamos la mostaza, la miel, la soja y las especias y movemos bien hasta que los ingredientes estén bien integrados.
Cuando la cebolla esté completamente cocinamos, la retiramos del fuego y reservamos.
Ponemos las pechugas, las impregnamos bien con la mezcla y dejamos en un táper o en un plato tapado con papel film. Lo guardamos en el frigorífico y dejamos reposar unas horas para que las pechugas tomen el sabor del marinado. Yo preparé el aliño cuando me desperté y las dejé hasta por la noche, pero, si no dispones de tanto margen de tiempo, con un par de horas también vale.
Cuando vayas a cocinar las pechugas, calentamos una sartén antiadherente y, cuando esté caliente, añadimos las pechugas y la cebolla cocinada.
Dejamos que se vaya cocinando a fuego medio/alto, ya que, al ser pechugas enteras, tardarán un poco en cocinarse por dentro, por lo que si ponemos el fuego demasiado fuerte, se quemarán por fuera, pero por dentro quedarán crudas.
Dependiendo del grosor de las pechugas, estas tardarán más o menos en cocinarse. En mi caso, eran bastante gruesas y en unos 15 o 20 minutos ya estaban perfectamente cocinadas. Para asegurarte, haz un pequeño corte en el medio y así verás si la carne del interior está cocinada.
Como ves, es una opción riquísima de disfrutar de unas pechugas para darle un toque original y no dejar de disfrutar de esta carne tan sana, baja en grasa y muy rica en proteína de calidad.
¡Anímate con este recetón y cuéntame qué tal ha quedado!
¡Qué aproveche!
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