Pero como siempre, permitidme contaros un poco más sobre algunos detalles de este riquísimo puré de calabaza.
La técnica del puré podría ser casi tan antigua como el hombre, pues el proceso de machacado de legumbres, hortalizas o verduras no entraña demasiado misterio.
De entre todas las hortalizas que se prestan a este método, la calabaza es una de las más socorridas.
Esta cucurbitácea es originaria de América del Sur y América del Norte, siendo cultivada en vastas extensiones por los nativos americanos y otras muchas tribus de la costa oeste para su aprovechamiento como puré.
No solo estuvo considerada una solución nutritiva de importancia, sino que además sirvió como cataplasma dirigida a cubrir heridas o cortes.
Rápidamente, a su llegada, los colonos ingleses se dejaron cautivar por este alimento de bajo aporte calórico y significativo contenido en vitamina C.
En 1704 Nueva Inglaterra lo adoptó en su dieta, colándose en las posadas como plato de “salsa de calabaza”, amén de agregarse a panes y pasteles, tanto como aromatizante como edulcorante.
Precisamente, debido a ese pronunciado sabor dulce tan equilibrado, bien entrado el siglo XVIII, comenzó a usarse como ingrediente en pasteles y bizcochos, dando lugar a deliciosas recetas como el bizcocho de calabaza.
Por su parte, los colonos holandeses que pusieron la pica en el Nuevo Mundo, optaron por mezclarla con harina de maíz y freírla, consiguiendo una especie de panqueque. A la hora de preparar un puré de calabaza perfecto, es preferible cocinarla al vapor a hervirla, ya que el agua diluye su sabor.
A mí, personalmente, siempre me gustó más asarla, puesto que se lograuna ligera caramelización de los azúcares que transfiere una potencia de sabor increíble.
Cómo hacer puré de calabaza de la abuela
Resulta fundamental seleccionar la variedad adecuada para hacer el puré, destacando la sugar pumpkin, conocida también como pie pumpkin, con esa forma redonda que evoca al día de Halloween.
En España, la calabaza violín, también conocida como dulce de horno, es más habitual y también podría servirnos perfectamente
El cuanto al queso, haré una puntualización, ya que mi abuela siempre lo usó y a mí, el toque que le da a esta receta, me parece perfecto, pero dependiendo de la región, podemos encontrar que la versión tradicional de esté puré no lleva este ingrediente.
Es un poco cuestión de gustos, pero os recomiendo que probéis a añadírselo. Cualquiera nos podría servir (crema, cheddar, parmesano), pero si tenéis la oportunidad, considero que un queso azul como el Picos de Europa combina maravillosamente con este tradicional puré de calabaza ya que la combinación entre dulce y salado queda muy rica.
Ingredientes:
Calabaza 1 kg.
Aceite de oliva virgen extra 2 cucharadas
Ajos 2 unidades
Romero ramita 1 unidad
Caldo vegetal o de pollo 1 l.
Pan de pueblo 4 rebanadas
Queso azul 120 g.
Pimienta negra
Sal marina
Elaboración:
Primeramente, precalentaremos el horno a 220ºC, con calor solamente en la resistencia de arriba, y a ser posible, con la función ventilador activada. Pelaremos y cortaremos la calabaza en dados de tamaño generoso, aproximadamente de unos 2 o 3 cm. de lado. Te recomiendo utilizar un buen cuchillo y que esté bien afilado debido a la dureza de la piel de la calabaza, con el consecuente peligro que entraña.
Asimismo, no está de más ponerse guantes cuando la manipulemos, evitando así que se adhiera esa película pegajosa presente de bajo de la piel y que puede despellejar ligeramente las manos. Colocaremos la calabaza ya cortada en un bol amplio, seguida del aceite de oliva, los ajos pelados enteros, la rama de romero deshojada y la pimienta, sin olvidarnos de la sal marina.
Removeremos insistentemente, asegurándonos de que la calabaza queda completamente cubierta por una fina película de aceite, lo que garantizará su dorado uniforme. Dispondremos la calabaza en una fuente refractaria, o en dos si fuera necesario, procurando que quede distribuida en una sola capa. Hornearemos durante 25 minutos o hasta que comience a caramelizarse a altura 4.
Serán los bordes los primeros en advertirnos de que la calabaza está lista, descubriendo un apetecible color caramelo. Una vez esté asada, retiraremos los ajos y el romero, en una tarea minuciosa pero imprescindible, o de otro modo el romero acapararía todo el protagonismo. Incorporaremos la calabaza en una cacerola grande y cubriremos con caldo de pollo o verduras.
La llevaremos a ebullición, cociéndola a fuego lento por unos 5 minutos, tiempo suficiente para que los sabores se fusionen. Transcurrido el tiempo, la retiraremos del fuego y con una batidora batiremos hasta obtener una consistencia de puré. Rectificaremos la condimentación mientras vamos tostando el pan en una tostadora o, en su defecto, friéndolo como un picatoste.
Como sugerencia de presentación, te propongo servir el puré en cuatro cuencos calientes. Acomodaremos la rebanada de pan tostado flotando encima de puré, y sobre la misma, desmenuzaremos el queso azul. Finiquitaremos con un fino chorro de aceite de oliva virgen extra y alguna hierba, indicándose en este caso, por ejemplo, un poco de albahaca. ¡Genial combinación!
Simplemente, me he limitado a mostrar la receta posiblemente más tradicional, no obstante, un puré como este admite un sinfín de añadidos. Hay quien lo mezcla con patata, zanahoria y lo aromatiza con hinojo y anís, relegando en cierta medida el sabor de la calabaza a un plano inferior. De hecho, si tenéis Thermomix podéis echarle un vistazo a la receta de puré de calabaza en Thermomix donde muestro cómo hacer este plato con esos ingredientes.
No dejes de prepararlo como acompañamiento para carnes, especialmente las de caza y el cerdo.
¡Qué aproveche!
Puedes ver la receta así como otras muchas recetas tradicionales caseras en la web de La Receta de la Abuela.