Tal vez muchos lleguen a pensar que la tarta de queso o cheesecake es originaria de los Estados Unidos, pero nada más lejos de la realidad.
Los primeros indicios de la elaboración de la tarta de queso se remontan a hace 4.000 años, en la isla de Samos, frente a la costa de Turquía. Se sabe que en el año 776 a. C los atletas la utilizaban como alimento hiperenergético en el trascurso de los Juegos Olímpicos.
Sin embargo, no fue hasta el 230 d. C cuando la receta de la tarta de queso empezó a ser nombrada en diversos textos del escritor Ateneo.
Si nos enfocamos en España, más recientemente, puede atisbarse el origen de esta tarta en la quesada pasiega de Cantabria.
Cómo hacer tarta de queso y chocolate blanco
En la red han proliferado miles de versiones de esta receta, siendo una de las más populares la tarta de queso y chocolate blanco.
En este caso, he añadido un poco de chocolate blando a la mezcla, y para terminar, he cubierto la tarta con una cobertura o ganache, también de chocolate blando.
La tarta de queso y chocolate blanco es una elaboración sumamente sencilla y que gustará a todos.
Como siempre digo, la calidad de los ingredientes definirá en buena medida el resultado. Así, es muy recomendable emplear quesos de calidad, que serán los que otorguen el sabor y carácter a nuestra tarta.
He optado por una interpretación cremosa, pero no líquida. Asimismo, he eliminado la harina de la ecuación, un ingrediente que este caso particular creo que no aporta nada al conjunto.
Sin más dilación, nos enfundamos el delantal y nos ponemos manos a la masa.
Ingredientes:
Queso mascarpone (base) 500 g. - Comprar
Queso de untar (base) 400 g.
Chocolate blanco para fundir (base) 100 g. - Comprar
Azúcar (base) 300 g.
Leche (base) 25 ml.
Chocolate blanco para fundir (cobertura) 125 g.
Nata (crema de leche) líquida para montar 35% MG (cobertura) 75 g.
Mantequilla (cobertura) 50 g.
Miel (cobertura) 50 g.
Mantequilla para untar el molde 1 cucharada
Elaboración:
Empezaremos por la base, es decir, la tarta. La ganache, debido a que debe mantener una temperatura de 35º - 40º para poder usarla, se realizará al final, una vez la tarta esté lista y haya enfriado un poco.
Para la tarta, dispondremos de un bol amplio. Añadiremos el queso mascarpone, el queso de untar, el azúcar y el chorrito de leche. Mezclaremos todos los ingredientes, tratando que no queden cristales de azúcar. Durante todo el proceso es conveniente que contemos con una batidora de mano. Batimos un poco a baja potencia para terminar de integrar bien todos los elementos.
A continuación iremos cascando y añadiendo los huevos uno a uno. Al mismo tiempo que los vamos incorporando, removeremos con ayuda de una varilla. Lo fundamental en este paso es que no se formen grumos. En el momento que terminemos de incorporarlos todos, daremos un golpe de batidora para que la masa quede perfectamente homogénea.
Derretiremos el chocolate blanco. Puede realizarse de dos maneras: al microondas o al baño maría. Para fundirlo en el microondas, trocearemos la tableta, la meteremos en un bol y programemos a 500 W 1 minuto, vigilando que no se queme. Una vez fuera, con una cuchara, removeremos para que quede totalmente fundido y con una consistencia lisa. Agregaremos a la mezcla anterior.
Precalentaremos el horno a 180 °C, con calor arriba y abajo. Al mismo tiempo, forraremos el molde de unos 24 cm con papel de horno, incidiendo en los bordes. Para facilitar la tarea, con un trozo de mantequilla, barnizaremos toda la superficie del mismo.
Cronometraremos 27 minutos exactos. Para que os hagáis una idea, la superficie debe quedar dorada, y el centro, al someter el molde a vibración, debe contonearse como un flan. No os preocupéis, el huevo ha tenido el tiempo y temperatura suficientes como para pasteurizarse, por lo que puede consumirse sin riesgo alguno.
Finalmente, retiraremos la tarta del horno y la dejaremos que se vaya enfriando a temperatura ambiente.
Mientras tanto, aprovecharemos para realizar la ganache. Trocearemos el chocolate blanco en un bol. Aparte, calentaremos la nata (crema de leche) y la miel. Aguardaremos a que llegue al punto de ebullición, y rápidamente lo retiraremos del fuego y verteremos sobre el chocolate. Cuando haya tomado una temperatura cercana a los 40º C, incorporaremos la mantequilla. De nuevo, con la batidora, le daremos un golpe.
Antes de cubrir nuestra tarta de chocolate con la ganache, esta debe estar bien atemperada. En caso de que no le haya dado tiempo, conservaremos la ganache en un baño maría a unos 60º.
Para bañar nuestra tarta simplemente la desmoldaremos y acomodaremos sobre una rejilla. Verteremos la ganache, tratando de que esta se abra paso desde el centro al exterior, sin forzarla, para que forme una capa perfecta del mismo grosor en toda la superficie. Obviamente, chorreará por los lados, que en este caso, sí que podemos repasarlos un poco con una espátula o similar.
Antes de refrigerarla, esperaremos un poco a que la cobertura endurezca a temperatura ambiente, o de otro modo acabaría pegándose al papel film. Ganada la consistencia deseada, filmaremos al ras y mantendremos en la nevera al menos 4 horas antes de su consumo.
La idea es que tome algo de cuerpo y baje su temperatura, ya que es una tarta que se consume fría. Tampoco es conveniente una temperatura demasiado cercana al cero, puesto que entonces el centro de la tarta quedaría totalmente compactado. Por eso, idealmente, se mantendrá en el frigorífico a 5 °C.
Como siempre os propongo alguna sugerencia de presentación. En este caso, las fresas casan a las mil maravillas, tanto con el queso como con el chocolate blando, por lo que unas fresas naturales cortadas a la mitad terminarán de poner el broche de oro a esa riquísima tarta.
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