Le gustó tanto el día de relax, sin nada en la cabeza, que decidió dejar pasar el largo fin de semana. Suponía que le vendría incluso bien para refrescar ideas
Cuando llegó el lunes, cayó en la cuenta que esos días de descanso había mantenido la mente en blanco. Ni una sola idea. No le preocupó lo suficiente
Esa misma tarde, rodeado de todo lo necesario, se pondría en serio. Estaba fresco y lleno de energía
La tarde se la pasó resolviendo algunos asuntos pendientes y llenando la nevera
El día se le fue en un suspiro y ni siquiera se sentó delante de su escritorio
Al día siguiente, a primera hora recibió una llamada
Aseguró que todo iba viento en popa. Les tranquilizó más ellos que a si mismo
Aquellas llamadas eran toque de atención, lo sabía, y debía ponerse a trabajar duro si o si
Tras colgar se fue directo a hacerse un café y con él en la mano, se sentó frente a su ordenador
No se olvidó de poner música bien bajita y de descorrer las cortinas de los enormes ventanales
Necesitaba luz, música y un buen café. Solo eso
A las dos horas, sabía que perdía el tiempo allí sentado
Mejor salía a la calle a buscar ideas
Sentado en un banco, en una cafetería atestada, en el metro. Lo probó todo. Todo lo que otras veces le había funcionado
Volvió a casa un poco más preocupado
Al día siguiente, haría casi un mes. Ya debía de haber empezado y no tenía ni una mínima historia, ni el esbozo de lo que esperaban
Por mucho que te envolvieran entre algodones y que te hicieran creer que eras único, que nunca nadie había escrito nada como lo suyo, esperaban seguir ganando dinero a su costa, a costa de su imaginación
Su primer libro, un bombazo. El bombazo de ese año y del siguiente
Presentaciones, entrevistas, firmas de libros. Había cumplido con todo
Pero no podía dejar que su nombre se perdiera entre los cientos de libros que se publicaban cada año
Todos le preguntaban por su nuevo libro cuando aún el primero copaba las estanterías de las librerías más importantes del país
Se creía invencible, se emocionaba con cada petición de firma de su libro y por cada persona que le reconocía por la calle
Así que solo era cuestión de respirar hondo y de ponerse a trabajar. Nada más
Siempre había tenido una imaginación poderosa y una facilidad pasmosa para escribir historias
Todo aquello volvería. No podía ser de otra forma
En todas las entrevistas, decía que aquello de las musas y de sus visitas, era una patraña para hacer de la literatura algo místico. Él creía en el trabajo y la constancia, nada más
Eso haría, ponerse a trabajar y no cejar
A cientos de kilómetros de allí, un joven con la cabeza bullendo de ideas, comienza a escribir arrebatado de una lucidez como nunca había tenido
Las musas se preparaban para darle una lección de humildad a nuestro escritor del año
INGREDIENTES
2 sepias limpias
1 berenjena
1 pimiento verde
1 pimiento rojo
3 alcachofas
200 g de champiñones
2 dientes de ajo
Perejil
Aceite
Sal
Pimienta
ELABORACIÓN
Cortar los pimientos en cuadrados
Cortar la berenjena en cuadrados
Limpiar las alcachofas de las primeras hojas y cortarlas en rodajas
Cortar los champiñones en cuatro trozos
Pelar los ajos y laminarlos
En un molde redondo de aluminio colocar todas las verduras
Salpimentar
Remover
Colocar las sepias enteras encima de las verduras
Rociar con dos cucharadas de aceite
Menú Horno 20 con válvula abierta
Pasado el tiempo, retirar las sepias y cortar a cuadrados de un bocado
Servir la sepia con la verduras y regadas con los jugos de la cocción
Rociar con un chorrete de aceite
Espolvorear con perejil
Laminar unos ajos
Dorar
Añadir una pizca de pimentón
Añadir por encima de la sepia
Receta adaptada de la revista Cocina Lecturas nº 116 pág.114