En muchos países de Africa, Europa y Asia se preparan estas bolitas de diferentes carnes o pescados fritas. Son una receta de las abuelas que pasan de generación en generación y gustan mucho a niños y a grandes.
Los árabes fueron los que introdujeron las albóndigas en Europa y de allí pasaron al resto del mundo. En Turquía existen muchas variedades a las que ellos llaman kofta.
En cada casa se preparan de una forma distinta, aunque la base es similar: carne de vaca, ternera, cerdo (o ambas mezcladas), pollo o pescados, picadas o desmenuzadas que se integran en una mezcla de huevo, especias, pan remojado en leche o pan rallado, pasadas por harina y fritas en aceite caliente.
Luego se prepara una salsa de cebolla o verduras en la que cuecen las bolitas de carne unos minutos para ablandar y que se impregnen del sabor.
Para convertirlas en un plato único sólo hace falta acompañarlas de arroz, pasta o patatas. disfrutad de esta sabrosura de las buenas que he recreado acordándome de las excelsas albóndigas de pescado de Cañadío.
Para 5-6 personas:
600 g de atún cortado en trozos
250 g de langostinos crudos
1 huevo
100 mL de leche
perejil fresco
2 dientes de ajo
1 cucharada de pan rallado
harina
aceite para freír
1 cebolleta grande
2 cucharadas de salsa de tomate frito
1 vasito de vino blanco
2 vasos de caldo de pescado o de agua
sal y pimienta
Se pica el atún en una procesadora o, como yo he hecho, a mano con cuchillo en trozos muy pequeños. Se pelan los langostinos (gracias Luigi, mi pinche) y se cortan también en dados pequeños.
Se dispone en un bol o ensaladera el huevo y 1 diente de ajo muy picado.
Se añade el pescado picado, la leche, el perejil lavado y picado, el pan rallado y se salpimenta.
Se remueve todo bien para que quede homogéneo.
Se van formando las albóndigas.
Se pone harina en un plato llano.
Para ello podéis ayudaros de unas cucharitas o bien, tomáis con una cuchara una bola de carne, la embadurnáis de harina y con las manos le vais dando forma de bola.
Se pone aceite en una sartén honda a calentar y cuando esté caliente, se van friendo las albóndigas por tandas, dorándose sin que se quemen.
Se van retirando a una cazuela hasta que tengamos todas fritas.
En el mismo aceite frito de las albóndigas añadimos una cebolla o cebolleta muy picada y el otro diente de ajo muy picado. Dejamos que se vaya pochando.
Se añaden las dos cucharadas de tomate frito y el vaso de vino blanco. Se deja que se cocine unos minutos, hasta que se evapore el alcohol del vino.
Se añade a la salsa el caldo o, si no se tiene, los dos vasos de agua.
Se incorpora la salsa a la cazuela y se deja que hierva, a fuego lento, unos minutos hasta que se engorde un poco la salsa (como tiene la harina de freír las albóndigas espesará sin problemas).
Se fríen unas patatas muy finas, tipo paja, mientras se acaban de hacer las albóndigas.
Se sirven acompañadas de las patatas recién fritas y se disfruta. Yo acompañé de un vino Somontano con uvas Chardonnay y Gewürtztraminer que me encanta. Alcancé el cielo...